El espíritu olímpico

Ana Portnoy

Los XXXI Juegos Olímpicos que se celebrarán en Río de Janeiro entre el 5 y el 21 de agosto son los primeros que se llevan a cabo en Sudamérica y los segundos en un país latinoamericano, 48 años después de que México fuera sede. En 306 eventos de 28 disciplinas participarán 10,500 atletas.

Hoy justas deportivas, en sus orígenes fueron competencias dedicadas al dios griego Zeus. Los primeros juegos olímpicos se verificaron en julio del año 776 aC. en a ciudad de Olimpia en donde se encontraba el santuario del dios,  llevándose a cabo cada 4 años y participando atletas de distintas regiones de Grecia.

Sus objetivos fueron el desarrollo del cuerpo y el alma, la amistad entre las distintas ciudades-estado y el acatamiento al mandato de los dioses. Durante la celebración de los juegos se promulgaba, si había un conflicto bélico, una tregua llamada “paz olímpica” para que los atletas pudieran viajar con seguridad desde sus ciudades a Olimpia.

Desde los 12 años los griegos iniciaban la educación para el deporte –ejercicios físicos y atletismo-, tanto para normar su comportamiento como para desarrollar su musculatura. A los 20 años se les consideraba listos tanto para tomar las armas como para participar en los juegos olímpicos.

En ellos sólo participaban hombres que entrenaban bajo un severo y supervisado régimen de disciplina deportiva. Las competencias iniciaban con diversos ritos religiosos y consistieron en carreras de velocidad de distintas distancias, carrera de carros, salto de longitud, lanzamiento de disco y de jabalina, lucha  y box.  Posteriormente se agregaron concursos musicales.

Para el siglo 4 aC. ya participaban atletas de otras regiones del Mediterráneo por lo que se fue perdiendo el contenido religioso destacándose más la competencia y la profesionalización del deporte.

Bajo la hegemonía romana sobre Grecia la práctica deportiva y las competencias perdieron su importancia y con el cristianismo como la única religión del imperio, se condenó el culto al cuerpo y al deporte que se habían expresado en la frase “mente sana en cuerpo sano”. El emperador Teodosio el Grande abolió las Olimpíadas en 394 dC. al considerarlas un festejo pagano. En 1,200 años se habían celebrado 293 justas.

Los juegos olímpicos renacieron en 1896 gracias a los esfuerzos del Barón de Coubertin y se llevaron a cabo por primera vez después de 1500 años nuevamente en Grecia. Fue tal su éxito que en 1924 se agregaron los Juegos Olímpicos de Invierno y en 1960 las Paralimpiadas dedicadas a las competencias de deportistas con capacidades diferentes.

A la fecha solo se han suspendido los de 1916 y los de 1944 debido a las dos guerras mundiales.

 

Hoy es historia: El gobierno del pueblo

Ana Portnoy

El Norte, Monterrey, N.L.,   31 de mayo 2016. Sección Vida, pág. 13.

Tras casi setecientos años de gobiernos aristocráticos, monárquicos o tiránicos, iniciando el siglo V aC. durante los años de las guerras contra los persas el legislador Solón reformó a la sociedad ateniense. Como toda la población del Ática participó en el esfuerzo bélico,  después de la victoria definitiva en el año 478 aC. se consolidó la noción de un gobierno conformado por todos los ciudadanos, ricos y pobres, aristócratas y campesinos. En tanto Esparta tuvo un régimen militarista y Tebas una monarquía, en Atenas surgió la noción de democracia entendida como el gobierno del pueblo.

La democracia griega se caracterizó por un Consejo (llamado Boulé) conformado por 50 representantes electos anualmente en cada una de las 10 regiones del Ática. Era obligatoria la participación de todos los ciudadanos y aquellos electos se abocaban cabalmente durante un año al servicio del estado recibiendo un pago simbólico.

La Boulé ejerció los poderes ejecutivo, legislativo y judicial y  en la toma de decisiones sobre leyes, economía, relaciones exteriores y orden público participaban los ciudadanos a los que se convocaba alrededor de 40 veces al año. La asignación de los puestos ejecutivos fue por sorteo, excepto los mandos militares y ante el Consejo tenían que rendir cuentas los magistrados.

Para ser ciudadano eran necesarias dos condiciones: tener más de 18 años -aunque los jóvenes empezaban a participar en la vida política a los 20, después de cumplir dos años de servicio militar- y ser hijo de padre y madre atenienses. Ni mujeres, esclavos o extranjeros tuvieron ese derecho.

Para la impartición de justicia existieron tribunales populares regidos por el concepto de igualdad entre los ciudadanos.  Legitimaron su actuación conforme la voluntad popular y no por decreto divino, a diferencia de las culturas que les fueron contemporáneas.

Pericles, el gran estadista que gobernó Atenas entre los años 460–429 aC. definió esta forma de gobierno:

“Tenemos un régimen político que no emula las leyes de otros pueblos y más que imitadores de los demás somos un modelo a seguir. Su nombre, debido a que el gobierno no depende de unos pocos sino de la mayoría, es democracia. En lo que concierne a los asuntos privados, la igualdad, conforme a nuestras leyes, alcanza a todo el mundo, mientras que en la elección de los cargos públicos, no anteponemos las razones de clase al mérito personal, conforme al prestigio de que goza cada ciudadano en su actividad; y tampoco nadie en razón de su pobreza, encuentra obstáculos, debido a la oscuridad de su condición social si está en condiciones de prestar un servicio a la ciudad”.

Hoy es historia: Medio ambiente y civilización.

Ana Portnoy

El Norte, Monterrey N.L., 1 de mayo 2016. Sección Vida, pág. 19

Para explicar por qué en ciertas regiones del planeta se desarrollaron grandes civilizaciones y en otras no, el historiador inglés Arnold Toynbee postuló la teoría del estímulo del medio ambiente.
Planteó que si éste es hostil al hombre que se enfrentaba a condiciones extremas de calor o frío con sequías o nieves perpetuas, el esfuerzo que hacía fue por satisfacer sus necesidades básicas y sobrevivir día a día, como sucedió con las tribus nómadas de zonas desérticas o aquellas que poblaron la región ártica.
Por otro lado, en un ambiente aparentemente propicio con un clima agradable y abundancia de alimentos, el individuo no tuvo necesidad de desarrollar su ingenio y aplicarlo para controlar a la naturaleza. Sus necesidades básicas se resolvían sin esfuerzo y no hubo un reto que lo estimulara. Ninguna cultura madre se desarrolló en sitios templados con abundancia de recursos.
Para Toynbee el medio debe ser lo suficientemente agresivo que obligue a los seres humanos a desarrollar su intelecto, creatividad y capacidades para dominar los obstáculos del medio y que garantice su subsistencia al mismo que tiempo que no lo aniquile.
Los ejemplos que sustentan su teoría son varios: en Egipto el clima es desértico, muy caluroso durante el día y frío en la noche. Las dunas no son aptas para la agricultura, y lo que permitió el desarrollo de la civilización fue el Nilo.
Su desbordamiento anual permitió la agricultura y los hombres desarrollaron su ingenio para aprovechar hasta la última gota de agua.
De la construcción de canales de riego y una vida en aldeas rudimentarias erigieron grandes ciudades, templos y pirámides, estructurándose una compleja sociedad que desarrolló las ciencias y las artes así como un sofisticado pensamiento religioso y una forma de vida refinada.
En Mesopotamia, China e India, orígenes también de la vida civilizada, el medio ejerció una influencia similar.
En México la misma teoría explica cómo una tribu considerada bárbara por sus vecinos y confinada a un islote en el lago de Texcoco logró sobreponerse a un medio ambiente hostil y dominarlo.
A través del sistema de chinampas ampliaron su espacio geográfico y garantizaron el abastecimiento de alimentos, creciendo la población y construyendo una ciudad majestuosa. En menos de 200 años ya eran un imperio que conquistó gran parte de Mesoamérica.
Toynbee encontraría en Monterrey un buen ejemplo también: en una región semidesértica, con clima extremoso y con carencia de agua, sus pobladores lograron convertirla en una pujante ciudad y polo de atracción gracias a sus industrias.
Sobreponerse a la naturaleza implica tesón y trabajo, atributos que han caracterizado a los regiomontanos por generaciones.
ana@gustoporlahistoria.com
© Derechos Reservados 2016 Editora El Sol, S. A. de C. V.

Hoy es historia: Mexicas

Ana Portnoy

El Norte, Monterrey N.L., a 31  de marzo 2016. Sección Vida, pág. 9 

En febrero de 1978 los trabajadores que hacían una excavación a un costado de la Catedral de México encontraron un bloque monolítico representando a la diosa lunar Coyolxauhqui. Así inició el Proyecto Templo Mayor que ha sacado a la luz el recinto religioso azteca. El quehacer arqueológico, en la medida que la preservación de los edificios coloniales lo permite, prosigue hasta la fecha. Procedente de su museo de sitio, la exposición “Mexicas, esplendor de un imperio” puede ser admirada estos días en el Museo de Historia Mexicana.

Los aztecas, originarios del mítico Aztlán, llegaron en el siglo 12 al altiplano conducidos por los sacerdotes de su dios tutelar Huitzilopochtli buscando la tierra prometida cuya señal era un águila que sobre un nopal devoraba una serpiente. En un islote del Lago de Texcoco la encontraron.

En 200 años convirtieron su capital, México-Tenochtitlán, en el centro político, económico y religioso de un gran imperio que abarcó el centro de México, la costa del Golfo,  Oaxaca,  Guerrero y el Soconusco. A la llegada de Cortés avanzaban en la conquista de Michoacán.

Su pensamiento religioso exigió sacrificios humanos y autosacrificios para garantizar el orden del cosmos. Muchas de sus batallas fueron para obtener cautivos para ese ritual, aborrecido por los pueblos avasallados y considerado demoniaco por los españoles.

La complejidad y la riqueza de su estructura política, social y económica fue acompañada de un espléndido desarrollo cultural al ser herederos de una tradición artística, conocimiento científicos y nociones religiosas iniciadas más de 2000 años atrás. Las pirámides y templos, la pintura mural y la escultura alcanzaron gran monumentalidad como correspondía a una sociedad militar conquistadora, en tanto que la cerámica, el tallado de piedra, la plumaria, la orfebrería y la poesía denotaron simultáneamente una gran sensibilidad.

El otro gran imperio prehispánico en América que también se caracterizó por su militarismo y conquistas territoriales y que les fue contemporáneo fue el inca en la cordillera de los Andes. Las redes comerciales de ambos probablemente entraron en contacto en sus rutas centroamericanas.

Identificado como el rey-dios Quetzalcóatl que había prometido regresar de su autoexilio, Hernán Cortés fue recibido como una divinidad hasta el corazón del imperio. Muy tarde los mexicas reaccionaron ante los españoles, que con armas de fuego y enfermedades desconocidas –viruela y sífilis- los conquistaron el 13 de agosto de 1521.

De haber sido amos y señores de casi toda Mesoamérica, la sociedad novohispana consideró a los indígenas como incapaces de autogobernarse, víctimas de explotación y una marginación que persiste a la fecha.

mexicas

Hoy es historia: El Papa y el Patriarca, la histórica reunión de La Habana


Ana Portnoy

El Norte, Monterrey N.L.,  23 de febrero de 2016. Sección Vida, pág. 11.

Histórica es la reunión del Papa con el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa tras 962 años del Cisma de Oriente y Occidente.El rompimiento se fue gestando por confrontaciones teológicas y políticas entre los cristianos bizantinos y los latinos.

Cuando en el 800 el Papa León III dio al rey franco Carlomagno el título de emperador del Sacro Imperio Romano provocó la indignación de Bizancio, el antiguo Imperio Romano Oriental, cuyo gobernante ostentaba ya el título de emperador romano. A ojos de los bizantinos, los reinos de Europa Occidental, aún siendo cristianos, estaban contagiados de la barbarie de sus ancestros godos, ostrogodos, vándalos, suelvos o alanos que habían arrasado al Imperio Romano de Occidente en el año 476.

El Papado resentía la intromisión del emperador bizantino en los asuntos eclesiásticos y se oponía a que los patriarcas, ya fueran de Constantinopla, Antioquia, Jerusalén y Alejandría, utilizaran el título de ecuménicos reclamando que como obispo de Roma el Papa era la autoridad suprema sobre toda la Iglesia y los demás segundos en jerarquía. Había también discrepancias en el uso del calendario y los santorales, disputas sobre diócesis  y confrontación sobre si Roma o Constantinopla, la capital de Bizancio, eran la sede del primado de la iglesia universal.

Otros motivos de confrontación fueron la veneración de íconos en la iglesia oriental, el uso del griego y no del latín en su liturgia y la controversia filoloque sobre el Espíritu Santo que la iglesia latina sostenía procedía tanto de Dios Padre y del Hijo en tanto la bizantina sólo reconocía al Padre como su origen. Otras divergencias eran la naturaleza del pecado original y los dogmas sobre la concepción y asunción de la Virgen.

Roma no reconocía como válido el sacramento de la confirmación administrado por un sacerdote ortodoxo en tanto que en Constantinopla se consideraba herética y judaizante la utilización del pan ácimo en la Eucaristía y se reclamaba que los clérigos latinos se rasuraban la barba y practicaban el celibato obligatorio en toda la jerarquía eclesiástica.

Un concilio podría haber resuelto la confrontación, pero prevalecieron también factores políticos y territoriales pues Bizancio no aceptaba que su emperador y el patriarca dependieran de una autoridad religiosa latina que pretendía tener preeminencia y autoridad sobre ellos. El Papa León XI excomulgó al Patriarca Miguel I Cerulario y éste quemó públicamente la bula y excomulgó a su vez a los delegados papales. De esta forma se consumó el rompimiento en 1054.

A pesar del peligro que representó la expansión del islam a través de los turcos otomanos que conquistaron al imperio bizantino en 1453, las iglesias ortodoxas –rusa, búlgara, rumana, griega- y la  romana no se unieron en su contra. El proceso de acercamiento entre las iglesias inició en el Concilio Vaticano II. En 1965 el Papa Paulo VI y el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Griega Atenágoras I revocaron las sentencias de excomunión y en 2013 su sucesor Bartolomé I asistió en Roma a la inauguración del pontificado del Papa Francisco.

El ataque que han sufrido iglesias y comunidades cristianas en Medio Oriente y África a manos del Estado Islámico es la circunstancia que ha permitido ahora el acercamiento del Papa con Cirilo I, el líder de la Iglesia Ortodoxa Rusa que tiene 80 millones de fieles.

De la Hermandad a ISIS

Ana Portnoy

A lo largo de la historia diversas religiones han considerado que herejes e infieles deben ser convencidos de una visión particular de la moralidad y la salvación del alma justificando la violencia en su contra como un designio divino. Las Cruzadas, la Inquisición, la Reforma y Contrarreforma y hoy en día el Estado Islámico de Irak y Siria son muestra de la violencia justificada a través de la religión.

La tolerancia a judíos y cristianos en Al-Andalus entre los siglos IX al XI permitió un florecimiento cultural y científico precursor del Renacimiento. Sin embargo al invadir España, los almohades y almorávides los persiguieron y masacraron, incluyendo a los mismos mahometanos dedicados a estudios calificados de profanos.

Hoy el fundamentalismo islámico es visto como el mayor peligro para la paz mundial, con atentados en los cinco continentes y la pretensión del establecimiento de un califato por parte de ISIS que ha masacrado no solo a yazidíes y cristianos, sino también a la población musulmana considerada apóstata o herética.

La primera organización islámica considerada terrorista es la Hermandad Musulmana fundada por Hassan al-Banna en Egipto en 1928 con el objetivo de establecer un estado musulmán universal regido por la ley coránica.

Su activismo político antibritánico y antisecular así como obras de caridad le atrajeron a miles de seguidores. Para los años 1940 tenía 500,000 miembros y sus metas se habían propagado por todo el mundo árabe.

En 1954, acusada de intentar asesinar al presidente Nasser, la Hermandad fue prohibida y miles de sus miembros encarcelados y torturados. La organización creció en la clandestinidad radicalizándose y abogando por el yihad –la guerra santa-. El Jihad Islámico y al-Qaeda se inspiraron en sus principios.

La expansión del islamismo se ha explicado como reacción contra la secularización de miles de musulmanes, sobre todo aquellos establecidos en Occidente; el atraso económico y las abismales diferencias sociales en los países islámicos; la corrupción de la mayoría de sus gobiernos; el fracaso del nacionalismo panárabe; y la oposición contra la forma de vida occidental, considerada impía, degenerada y pervertidora de la moral religiosa así como la alienación, pobreza o violencia en la que viven los jóvenes musulmanes en los países europeos.

Los grupos yihadistas tienen como principales objetivos recuperar la pureza de la fe y la forma de vida de los primeros siglos del islam así como el restablecimiento del califato, el imperio territorial sobre todas las tierras musulmanas en el que la ley coránica, sea la única fuente de derecho.

No importa cuánta sangre inocente se derrame.

Hoy es historia: 90 años de vida judía en Monterrey

Ana Portnoy

El Norte, Monterrey N.L., a 28 de diciembre 2015. Sección Vida, pág.11.

Gracias a la política de puertas abiertas que el gobierno mexicano mantuvo hasta los años 1930 llegaron a todos los estados de la República miles de inmigrantes procedentes de Europa, Asia y América Latina.

En 1924 vivían en Monterrey 6 familias judías y 30 jóvenes solteros procedentes de Europa Oriental quienes en diciembre de 1925 constituyeron oficialmente el Club Social Hatikva –Esperanza- en un local en las calles de Isaac Garza y Zaragoza convirtiéndose en el centro de la vida judía en la ciudad. Ofreció clases de español para los inmigrantes, actividades culturales y recreativas, servicios religiosos y programas de estudio vespertino con contenidos judaicos para los niños que acudían a las escuelas de la localidad. De ese esfuerzo se fincaron las bases para inaugurar 10 años después el Colegio Hatikva (hoy Nuevo Colegio Israelita de Monterrey).

Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial arribaron al noreste 17 judíos alemanes que lograron escapar del régimen nazi. Se establecieron en el rancho San Gregorio cerca de Saltillo, mudándose a Monterrey pocos años después. Tras la Segunda Guerra Mundial, algunos sobrevivientes del Holocausto arribaron a la ciudad.

Con la llegada del Rabino Moisés Kaiman en 1944 todas las necesidades religiosas quedaron resueltas. Hasta su fallecimiento en 2012 fue el dirigente espiritual de la Comunidad Israelita y la importancia de su participación en la vida regiomontana queda testimoniada en la plaza que en su honor erigió el gobierno del Estado en el Parque Fundidora en 2009.

En los años 1940, al urbanizarse el poniente de Monterrey, las familias judías se establecieron en la colonia Vista Hermosa en donde se construyó el edificio comunitario que alberga la escuela, la sinagoga y el club deportivo-social que constituyen el Centro Israelita de Monterrey, A.C. Fue inaugurado en 1953.

La comunidad judía está formada actualmente por 115 familias, muchas descendientes de aquellos inmigrantes que arribaron hace 90 años y otras que han llegado procedentes de la ciudad de México y de Sudamérica. Cuenta con una sinagoga ortodoxa siendo su dirigente espiritual el Rabino Zalman Libersohn; un colegio incorporado a la SEP que imparte los grados escolares de maternal hasta tercero de secundaria y que ha destacado por su alto nivel académico; así como un cementerio en la colonia San Jorge.

La Comunidad Israelita de Monterrey es totalmente solidaria con la sociedad nuevoleonesa y forma parte del Consejo Interreligioso del Estado de Nuevo León. Plenamente integrados a la vida económica, social, educativa y cultural de Monterrey, los miembros de la comunidad se consideran, y son considerados, orgullosamente regios.

Hoy es Historia: En el nombre de Dios

Ana Portnoy

El Norte, Monterrey N.L., a 27  de noviembre 2015. Sección Vida, edición virtual <http://www.elnorte.com/aplicaciones/editoriales/editorial.aspx?id=76668> 

Durante siglos el fanatismo religioso ha generado una violencia difícil de entender cuando se lleva a cabo en nombre de un Dios de paz y amor que es concebido creador de todos los hombres a su imagen y semejanza. Aduciendo que sus creencias son superiores a las de sus congéneres los fanáticos justifican guerras, asesinatos y masacres bajo el principio de conversión o muerte. Sigue leyendo

Hoy es historia: Siglo de genocidios

Ana Portnoy

El Norte, Monterrey, N.L., a 16  de octubre 2015. Sección Vida, pág.  17.

“La memoria implica el reconocimiento, el rescate del olvido, el compromiso con los hechos. La memoria motiva la responsabilidad con el futuro”.

Museo Memoria y Tolerancia, Ciudad de México.

El siglo XX se caracterizó por la violencia sistemática ejercida contra poblaciones civiles y justificada por razones étnicas, religiosas, políticas y culturales.

Genocidio quiere decir aniquilación sistemática y deliberada de un grupo social. En este 2015 se conmemoran 100 años del genocidio armenio, 70 del final de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto por el cual Hitler pretendió exterminar a los judíos y también 20 años de la masacre que soldados serbios-bosnio llevaron a cabo contra bosnios-musulmanes en Srebrenica con el argumento de limpieza étnica.

Los armenios, establecidos en el Cáucaso desde hace más de dos milenos, fue el primer pueblo convertido al cristianismo en el siglo IV y la fe ha jugado un importante papel en su historia y en su identidad cultural. Dominados por los turcos otomanos en 1453, dentro del imperio multicultural que éstos establecieron pudieron mantener sus creencias y costumbres.

Para la Primera Guerra Mundial Turquía era aliada de Alemania, Austria-Hungría y Bulgaria. El régimen de los Jóvenes Turcos, sobrenombre del partido nacionalista que detentaba el poder, aprovechó la coyuntura bélica e implementó una política de discriminación, intolerancia y finalmente aniquilamiento de la población armenia.

Hubo asesinatos en masa a lo largo del Éufrates, en Malatía, en el lago de Khazar, en la llanura Mush, alrededor de Bitlis y Seghert y en la provincia de Diyarbekir. Hubo campos de concentración en el desierto de Siria y en Deir es-Zor. Sin alimentos ni agua se abandonó a la población sobreviviente, compuesta sobre todo por ancianos, mujeres y niños. La mayoría murió por inanición. También se implementó un programa de conversión al islam de mujeres y niños, asesinando a los que se negaron a renunciar a su identidad religioso- cultural.

El número de víctimas se ha calculado entre un millón y medio y dos millones de personas.

La República de Turquía establecida en 1923 ha explicado la masacre de civiles como enfrentamientos interétnicos debidos al hambre y las enfermedades pero no ha admitido que hubo un plan de exterminio sistemático y premeditado por parte del gobierno.

Para Hitler, el desinterés internacional por ese genocidio fue un aliciente y al invadir Polonia en 1939 ordenó masacrar a la población declarando “¿Quién, después de todo, recuerda el exterminio armenio?”.

El afán de aniquilar al Otro persiste, a pesar de las lecciones de la historia. La matanza de cristianos y yazidíes considerados enemigos del Estado Islámico tiñe ya de sangre de civiles inocentes a este siglo XXI.

Hoy es historia: Septiembre 1846: Monterrey en guerra.

Ana Portnoy

El Norte, Monterrey N.L.,edición virtual, 23 de septiembre 2015.

El 13 de mayo de 1846 estalló la guerra mexicano-norteamericana bajo el argumento del Presidente James Polk que el ejército mexicano había iniciado las hostilidades al cruzar el río Nueces, entonces el límite entre el estado de Texas, incorporado a Estados Unidos en 1845, y México.

Sin embargo, esta injusta guerra en la que nuestro país perdió el 55% de su territorio fue provocada por la ambición expansionista del país vecino que a través de la doctrina del Destino Manifiesto justificaba que su espacio continental abarcaba de océano a océano y en un momento en que se convertía en el destino de miles de europeos que huían del viejo continente por el crecimiento demográfico y las crisis económicas. Además, la fiebre del oro empujaba a colonos y gambusinos en la conquista del oeste y sin haber logrado convencer a México que vendiera sus territorios norteños, la única forma de apropiación sería a través de las armas.

Mientras que Estados Unidos se abocó a ganar la guerra logrando unidad de mando en cada campaña, México se enfrentaba a la defensa territorial en una situación crítica provocada por una larga anarquía interna, insurrecciones regionales y levantamientos indígenas además de falta de dinero, armas y soldados.

La campaña Río Bravo-Saltillo encabezada por el general Zachary Taylor, instigador de la guerra, le dio al ejército norteamericano el predominio en los estados de Tamaulipas, Coahuila y Nuevo León asegurado el desembarco en la costa del Golfo para el avance a la capital. En este contexto la Metropolitana Ciudad de Monterrey cumplió 250 años de su fundación el 20 de septiembre de 1846: fortificada por órdenes del general Pedro Ampudia y sitiada por el ejército invasor. Ese día por la tarde el Gral. Worth condujo a sus tropas -6,500 soldados- hacia el cerro del Obispado y al amanecer del día 21 iniciaron los combates en El Fortín y la Tenería. El ejército defensor contó con 5,600 hombres.

La batalla de Monterrey duró 4 días. Los combates llegaron a librarse casa por casa, con una valerosa resistencia de los regiomontanos incluyendo a mujeres como María Josefa Zozaya, de cuya participación queda el testimonio de José Sotero Noriega – “El sitio de Monterrey en 1846” incluido en el texto Nuevo León ocupado de Miguel Ángel González Quiroga y César Morado-: “Sublime como las heroínas de Esparta y de Roma, y bella como las deidades protectoras que se forjaban los griegos [quien] se presenta … entre los soldados que peleaban en la azotea; los alienta y municiona; les enseña a despreciar los peligros. La hermosura y la categoría de esta joven Ie comunicaban nuevos atractivos: era necesario vencer para admirarla, o morir a sus ojos para hacerse digno de su sonrisa. ¡Era una personificación hermosa de la patria misma: era el bello ideal del heroísmo con todos sus hechizos, con toda su tierna seducción!“.

Aunque la defensa de Monterrey fue heroica, la ciudad capituló el 24 de septiembre.

A pesar del heroísmo mexicano en las batallas de Churubusco y Molino del Rey y la defensa del Colegio Militar en Chapultepec un año después, la ciudad de México fue ocupada por los estadounidenses.

Por el Tratado de paz Guadalupe Hidalgo México cedió a Estados Unidos los territorios de California, Nevada, Utah, Nuevo México, partes de Arizona, Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma fijándose la frontera en el Río Bravo. A su vez Estados Unidos pagó 15 millones de dólares por daños al territorio mexicano durante la guerra. No sería expolio sino compensación.