El ladino, la patria sefaradita

Ana Portnoy

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Myriam Moscona. Ansina. Editorial Vaso Roto. 2015.

Sefarad, España en lengua hebrea, es el término mencionado una sola vez en la Biblia, concretamente en el Libro del profeta Abdías 1:20:

La multitud de los deportados de Israel

ocupará Canaán hasta Sarepta,

y los deportados de Jerusalén que están en Sefarad

ocuparán las ciudades del Negueb.

Probablemente se refería a una región en el Cercano Oriente en tiempos de la primera diáspora, 586 aC.

Algunos exegetas relacionan a Sefarad con el término griego Hespérides[1] y sostienen que sería algún lugar mítico ubicado al poniente del Mediterráneo. Como topónimo Sefarad designó a la península ibérica a partir del siglo VIII, por lo que a los hispano-judíos se les denominó sefaraditas, a manera de distinguirlos de aquellos judíos que vivían en Ashkenaz, la Europa central y oriental.

Sefaradita es el descendiente de los expulsados de España por el Edicto promulgado por Fernando el Católico el 31 de marzo de 1492, una vez conquistada Granada,  último bastión musulmán, tras más de 800 años de guerra de Reconquista. Pretendiendo la unificación territorial y política de su reino, la expulsión de aquellos que no aceptaron la conversión al catolicismo permitiría, se confiaba, la unidad religiosa y cultural de la península. Los judíos vivieron en la península ibérica por más de 1,500 años.

El ladino[2], la  lengua de los sefaraditas, denominó originalmente la traducción al antiguo castellano de los textos litúrgicos hebreos o arameos. De llamar así a esas traducciones, se pasó a llamar así también la lengua hablada[3].

Esta lengua deriva del idioma de Castilla en tiempos anteriores a Cervantes y al Siglo de Oro, cuya fonética, morfología y sintaxis se preservaron inclusive tras esa nueva diáspora.

Casi podemos decir que el ladino es la base arqueológica del castellano. Antonio Alatorre en su historia de la lengua española afirma “el judeoespañol (o sefardí o ladino) conserva mejor que ninguna otra modalidad actual del castellano los rasgos que nuestra lengua tenía en tiempos de Antonio de Nebrija [autor de la primera gramática castellana en el siglo XVI] … su fonética y su vocabulario han resistido en lo básico, de manera que suele servir de ejemplo vivo de cómo se hablaba el español hace quinientos años”[4]. Esta lengua acompañó a los sefaraditas tanto en sus cantos, en endechas, en refranes, en relatos y, sobre todo, en el habla cotidiana.

En la antología de literatura sefaradita compilada por Angelina Muñiz-Huberman la llama “la lengua florida”[5] en la que un 80% del vocabulario procede del castellano del siglo XV y el resto del hebreo y de los idiomas de los países que los acogieron, por lo que incluye términos en turco, árabe, griego o el francés que se enseñaba en las escuelas de la Aliance Israélite Universelle. Durante más de cuatro siglos el ladino fue su patria.

En este idioma el Romancero Sefaradí conservó los cantares de gesta españoles, incluyendo los del Mío Cid, de  Bernardo de Carpio, sobre Don Rodrigo,  así como cantos de amor y muerte. Al mismo tiempo se escribieron poemas inspirados en temas bíblicos, como los del nacimiento del patriarca Abraham, la historia del rey  David, la tragedia de Tamar y Amnón y también una novelesca a partir de la tradición del Mediterráneo Oriental.

Durante más de 400 años se escribió en caracteres hebreos y apenas en el siglo XX y por la influencia del periodismo aumentaron los textos en el alfabeto latino. El ladino se ha hablado en el norte de África, en Egipto, en Turquía, en Holanda, en Inglaterra, en Italia, en Bulgaria, en la península balcánica, en Grecia, en Rumania, en Francia, en Holanda, en Israel y en el continente americano.

Con el avance de la escolarización obligatoria en todo Occidente, el ladino pareció entrar en decadencia y desintegración. El exterminio de las comunidades sefaradíes a manos del hitlerismo casi pareció condenar a la lengua a su desaparición. Los sefaraditas que lograron sobrevivir el Holocausto y que emigraron a Hispanoamérica rápidamente asimilaron el español moderno y los que se dirigieron a otros lugares adoptaron las lenguas nacionales incluyendo el hebreo en el Estado de Israel que es donde se concentró el mayor número de hablantes del djudezmo.

El interés de los lingüistas por el ladino y su rescate es relativamente reciente, sobre todo por los estudios llevados a cabo por el Instituto de Investigaciones Superiores Arias Montano en Madrid y el Instituto Ben Tzvi de la Universidad Hebrea de Jerusalem. En 1997  se estableció en Israel, con el expresidente Itzjak Navón como su primer presidente, la Autoridad Nasionala del Ladino, cuyo objetivo es la preservación y salvaguarda del judeo-español, publicando la revista  virtual “Aki Yerushalayimpajina dedikada a los ke se interesan a la kultura djudeoespanyola i dezean anchear sus konosensias en este kampo o ser aktivos eyos mizmos en los esforsos para su konservasion i difuzion[6].  Gracias a los medios electrónicos, hoy encontramos muchas publicaciones en línea en esta lengua y con este mismo fin.

Ansina, el libro de poemas que Myriam Moscona y la editorial Vaso Roto presentaron en el Museo de Historia Mexicana de la ciudad de Monterrey se gestó durante diez años, tiempo durante el cual la autora escribió “Por mi boca” y “Tela de Sevoya” novela por la cual recibió en 2012 el importante premio “Xavier Villaurrutia”. En estos textos, pero sobre todo en Ansina, la autora recupera  la lengua de sus abuelos que si bien, no fue su lengua materna, si es el idioma que la vincula con una identidad, con la historia sefaradita y con la patria hispana perdida hace más de 500 años.

Escuchar en su voz su obra poética en ese  Museo regiomontano remitió al pasado regional pues  en el noreste de México, la temática sefaradita es muy cercana, puesto que entre los primeros colonizadores del Nuevo Reino de León hubo un buen número era descendientes de conversos del judaísmo al cristianismo[7], quienes que trajeron consigo una serie de costumbres que diferencian a Nuevo León del resto de México.

Ricardo Elizondo Elizondo llevó a cabo una investigación en los años 1970 sobre la persistencia de costumbres sefaraditas en los pueblos nuevoleoneses, como los matrimonios endogámicos, las ceremonias nupciales bajo un baldaquín como se han llevado a cabo en Los Ramos y Los Herrera, la crianza del cabrito y su consumo y no del cerdo como sucede en el resto de México bajo la conseja de que su carne es muy mala para la salud, el no guisar carne con leche, el no consumir reptiles que se consideran una barbaridad poco digna, el ofrecer pan fino elaborado sin levadura en las fiestas principales, los matrimonios por levirato (la viuda que contraía matrimonio con el hermano de su difunto marido fue común en la entidad hasta las primeras décadas del siglo XX),  el sembrar higueras, limoneros y granados en los patios como símbolos de sabiduría, resignación y unidad familiar. Comparó el folklor neoleonés con el de comunidades sefaraditas en Mármara, Salónica, Marruecos, Tanger, Tetuán, Alcazarquivir, Orán y Rodas y encontró muchas semejanzas. Su indagación se presentó primeramente como trabajo para ingresar a la Sociedad de Geografía, Estadística e Historia de Nuevo León y posteriormente fue publicado como cuaderno del Archivo General del Estado de Nuevo León. En este texto, “Los sefaraditas en Nuevo León, Reminiscencias en el Folklore”[8] recopiló también maneras de hablar de pueblos norestenses que conservan arcaísmos que se vinculan con términos utilizados en el djudeo-español:

Acordar (dormir)

Ajay (hijo)

Almoslar (almorzar)

Allegará (llegará)

Tristuras (tristeza)

Preto (negro)

Jerica (molestia)

Enreinada (rellena)

Bolsío (bolsillo)

Emborujó (envolvió)

Apresta (sirve)

Naide (nadie)

Querencia (cariño)

Trayen (traen)

Válgami (válgame)

Melecina (medicina)

Donseas (doncellas)

Cayí (caí)

Vido (vidrio)

Ansina (así)

Además de temática con la dulzura de esa lengua antigua, acceder a  la poética de Myriam Moscona en ladino permite a imaginar a los primeros pobladores del Nuevo Reino de León en su habla cotidiana

 

[1] De spéros, occidente en griego

[2] Término derivado de latino

[3] A la que también se conoce como  djudezmo o djudeo-español, espanyol o espayoliko o bien haketía en Marruecos, tetuaní en Argelia y espayolit en hebreo.

[4] Los 1,001 años de la lengua española. México: Fondo de Cultura Económica. 1995. Pág. 211.

[5] La lengua florida. Antología sefardí. México: UNAM y Fondo de Cultura Económica. 1989.

[6] La pajina djudeo-espanyola de Aki Yerushalayim, Revista Culturala Djudeo-Espanyola.Ultimo numero> 97-98 Anyo 36-Disiembre 2015.  < http://www.aki-yerushalayim.co.il >

 

 

[7] Eugenio del Hoyo. Historia de Nuevo León 1577-1723. Monterrey: Fondo Editorial Nuevo León. 2005. Pág. 114.

 

[8] Monterrey, N.L.Archivo General del Estado de Nuevo León. 1987 (Col. Cuadernos del Archivo No. 11).

El arte secuestrado

Ana Portnoy

Laberinto, Suplemento cultural del periódico Milenio, No. 632. Monterrey, N.L., 24 de julio 2015.

Unknown-1Una de las consecuencias de las guerras es el pillaje. Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis orquestaron una trama destinada al robo sistemático de obras de arte en toda Europa, sustraídas de las casas de familias de coleccionistas, muchas de ellas judías, así como de museos, castillos y monasterios que fueron trasladadas a Alemania con la intención de que engrosaran las colecciones de museo de arte europeo que Hitler planeaba crear en Linz.

Obras maestras de la pintura occidental viajaron en trenes bajo las bombas, fueron ocultadas en minas y sótanos, otras fueron a parar a manos de los jerarcas nazis y muchas más acabaron en el floreciente y turbio mercado del arte durante los años de la guerra e inclusive la posguerra. La pista de no pocas de ellas se perdió definitivamente, mientras que otras volvieron a manos de sus legítimos propietarios, recuperadas por las tropas aliadas. Tras el fin de la Guerra Fría y por medio de protocolos internacionales firmados por casi 50 países –los Principios de Washington de 1998, las directrices de la Alianza de Museos Americanos de 1999 y la Declaración de Terezin de 2009- inició un movimiento internacional para la restitución de las obras de arte que involucra a prestigiosas instituciones culturales que han tenido en sus acervos obras de proveniencia dudosa, muchas de ellas reclamadas por las víctimas o sus descendientes.

De las 650,000 obras robadas durante el régimen nazi entre 1933 y 1945, se estima que 100,000 siguen desaparecidas o han sido identificadas erróneamente. Las recientes campañas de identificación y restitución se enfrentan a una creciente resistencia de las instituciones de arte que aducen que las pruebas de la expropiación son incompletas, que ha transcurrido demasiado tiempo desde los hechos y que las obras maestras son, de todos modos, patrimonio público.

La dama de oro, la historia extraordinaria del Retrato de Adele Bloch-Bauer es la obra escrita por Anne-Marie O’Connor, publicada en español por Vaso Roto Ediciones, que narra cómo María Altmann recuperó parte del patrimonio artístico de su familia que había sido expoliado, eufemismo por no decir robado, por los nazis.

Los antecedentes del litigio inician en marzo de 1938, cuando Austria fue incorporada a través del Anschluss al Tercer Reich y las medidas antisemitas se aplicaron de inmediato a los 192,000 judíos del país. A través de la Vermoegensverkehrsstelle, la oficina para el control de bienes y responsable de la confiscación, se saquearon sus casas, considerándose sus objetos de valor propiedad del régimen hitleriano.

En Austria, a cinco meses de la anexión, Adolf Eichmann inició la llamada solución al problema judío consistente en deportar a los campos de concentración a la población judía, política que luego se implementaría en Alemania y en todos los países ocupados por los nazis. Para 1945 un total de 65,000 judíos austríacos habían sido asesinados y 130,000 forzados al exilio, incluyendo al padre del psicoanálisis Sigmund Freud, al pintor Oskar Kokoschka así como a empresarios, científicos e intelectuales.

Anne-Marie O’Connor ha sido periodista, corresponsal de guerra y autora de diversos textos sobre la vida cultural e intelectual en nuestros tiempos. Reportera de Los Ángeles Times en 2001 conoció a María Altmann quien había iniciado un proceso legal contra el gobierno austríaco para recuperar cinco cuadros de Gustav Klimt, entre ellos el retrato de su tía Adele Bloch-Bauer, obra considerada “la Mona Lista de Austria”.

La dama de oro es un fascinante libro resultado de una investigación acuciosa y exhaustiva que reconstruye fidedignamente el ambiente que rodeó a Gustav Klimt, exponente el movimiento secesionista austríaco de principios del siglo XX y quien pintó el espectacular cuadro de Adele l, encargado por su esposo Ferdinand en 1903 y concluye 103 años después, cuando el cuadro recuperado por su sobrina es vendido a Ronald Lauder, heredero de la famosa línea de cosméticos y quien por años ha intentado recuperar las obras de arte confiscada o robada por el régimen hitleriano a familas judías de Alemania y Austria. Lauder trabajó para ese objetivo mientras fue embajador de Estados Unidos en Austria, formó parte de la comisión designada por el entonces presidente de Estados Unidos Bill Clinton para examinar casos del expolio nazi y es miembro de la “World Jewish Restitution Organization”. El retrato de “Adele Bloch Bauer I” es la pieza central de la colección de Lauder en su Neue Galerie de Nueva York.

Al morir a los 94 años en 2011, María Altmann dejó un legado que trasciende el esfuerzo que hizo por recuperar las obras de arte expoliadas, pues el proceso legal que inició con su abogado Randol Shoenberg, nieto del famoso compositor, fue largo y pavimentado de artilugios por parte del gobierno austríaco para evitar la restitución de lo que era su herencia legítima. Tras siete años de litigios y al obtener el fallo definitivo que reconoció su derecho a recuperar el patrimonio de su familia en 2006 estableció un precedente tanto en la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos como ante el Derecho Internacional sobre la devolución de las obras de arte y los objetos que fueron el botín incautado por el hitlerismo, aún si éstos son considerados bienes estatales por algún gobierno.

Además de dar a conocer esa apasionante historia, La dama de oro nos permite reflexionar no sólo sobre las injusticias del pasado, sino también sobre nuestro tiempo.

Tras la tragedia del Holocausto se esperaría que hubiésemos aprendido la lección de los riesgos a los que lleva la intolerancia y la discriminación. El siglo XX, y al parecer el XXI también, se caracterizan por los genocidios, desde el poco conocido cometido en Namibia en 1904, el armenio en Turquía en 1915, el régimen del Pol Pot en Camboya en los años 1970, el llevado a cabo en Guatemala hace 30 años, las matanzas de tutsis y hutus en Ruanda y la limpieza étnica de los serbios contra los musulmanes en Bosnia en los 90’s. Hoy en día Estado islámico persigue y masacra a chiitas, cristianos y yadizis en Irak y Siria bajo conceptos, como lo hicieron los nazis, de limpieza étnica.

El libro también nos hace preguntar qué es lo que la obra de arte representa que conduce a su apropiación de manera ilegal, como los saqueos arqueológicos, o bien a su destrucción sin tomar en cuenta la riqueza cultural que representan, como sucedió con los talibanes en Afganistán hace una década y ahora con el Estado Islámico que lleva a cabo ataques deliberados contra la historia y la cultura milenarias de Irak y Siria, destruyendo y expoliando ojetos milenarios para hacerse de recursos, justificándolo como una limpieza cultural, como también sucedió durante el nazismo con la quema de libros, el robo y la destrucción de obras de arte.

 

 

Charla «El arte secuestrado: las últimas víctimas del Tercer Reich»

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Hablará del ‘arte secuestrado’.

Teresa Martínez

El Norte, Monterrey N.L.,  1 de julio 2015. Sección Vida, pág. 9

Maria Altmann recuperó en 2006 cinco obras de Gustav Klimt pertenecientes a su familia y robadas por los nazis en la Segunda Guerra Mundial.

Una de ellas es el retrato de Adele Bloch-Bauer, que inspiró la novela La dama de oro, de Anne Marie O’Connor, publicada al español por Vaso Roto, y la película del mismo título protagonizada por Helen Mirren, a estrenarse el viernes.

A partir de un contexto más amplio, la historiadora Ana Portnoy dará la charla “El arte secuestrado: las últimas víctimas del Tercer Reich”, hoy a las 19:00 horas en el auditorio del Centro Cultural Plaza Fátima.

El ejercito nazi confiscó ilegalmente al menos 300 mil obras de arte a familias judías perseguidas durante la Segunda Guerra, detalló Portnoy.

“A partir de la Guerra Fría empieza un movimiento internacional de restitución de todas estas obras a los herederos o dueños legítimos”.

María Altmann, sobrina de Bloch-Bauer y encarnada por Mirren en el film, logró recuperar las pinturas incautadas a sus tíos por los nazis en 1938.

En la charla de entrada libre, la historiadora también hablará de los ataques de los yihadistas del Estado Islámico a sitios arqueológicos de Siria e Iraq.

El libro tiene un costo de 325 pesos y se puede adquirir en librerías o en http://www.vasoroto.com.

Guerras pegan al arte mundial. 

Karen López

El Norte, Monterrey N.L., 3 de julio 2015. SecciónVida, pág. 17.

3225695En una guerra existe el riesgo de que desaparezca el registro histórico-artístico de una cultura, señala Ana Portnoy.

 En una guerra se pierden vidas inocentes y también existe el riesgo de que desaparezca el registro histórico-artístico de una cultura, señaló la historiadora Ana Portnoy.

La también académica trató el caso de las más de 600 mil obras de arte expoliadas por los nazis en la Segunda Guerra Mundial en su charla «El arte secuestrado. Las últimas víctimas del Tercer Reich», en el auditorio del Centro Cultural Plaza Fátima. A partir del libro recientemente llevado al cine- La Dama de Oro, que narra la lucha de Maria Altmann, sobrina de la musa judía del pintor Gustav Klimt, Adele Bloch-Bauer, por recuperar el legado artístico familiar- Portnoy hizo un recuento de los daños culturales que dejan los conflictos.

También refirió el caso actual de la destrucción de museos y sitios arqueológicos por el Estado Islámico en Siria e Irak.

«¿Por qué es importante para algunos destruir la obra de arte? Hay algo más que motivos religiosos: saben el valor que concede Occidente al arte y quieren asustar acerca de lo que podría ocurrir. Lo que están destruyendo no es sólo patrimonio de Irak o Siria, es parte del patrimonio de la humanidad. El problema, al igual que sucedió con los nazis con la expoliación y la destrucción del arte, es que nos van a dejar sin la memoria histórica».

Destacó que, como en el caso del libro, muchas de las obras expoliadas pertenecientes a familias judías no han sido devueltas, sino que forman parte del inventario de museos como el Museo de Bellas Artes de Boston y el MoMa en Nueva York.

Vale oro su charla

Gino Rivera Saravia / Fotos: José Luis Rodríguez

El Norte, Monterrey N.L., 10 de Julio 2015. Suplemento Sierra Madre Págs. 48-53.

La historiadora Ana Portnoy de Berner charla sobre la expoliación de ‘La Mona Lisa Austríaca’, de Gustav Klimt, obra que sirvió de inspiración para el libro ‘La Dama de Oro’, de la estadounidense Anne Marie O’Connor, publicada por Vaso Roto Ediciones, editorial regia de Jeannette Lozano de Clariond

¿Qué representa el arte? ¿Qué es lo que conduce a su apropiación, aunque sea de manera ilegal?
La familia Bloch- Bauer sufrió la expoliación por los nazis de lienzos del pintor austríaco Gustav Klimt, entre ellos “Retrato de Adele Bloch-Bauer I”, conocido también como “La Mona Lisa Austríaca”, que inspiró a la periodista estadounidense Anne Marie O’Connor a contar la historia de su recuperación a través del libro “La Dama de Oro”.

En apoyo a la presentación de la novela, publicada en México por Vaso Roto Ediciones, que pertenece a la regia Jeannette Lozano de Clariond, la historiadora Ana Portnoy de Berner ofreció la charla “El Arte Secuestrado: Las Últimas Víctimas del Tercer Reich” en el Centro Cultural Plaza Fátima, el 1 de julio.

Ahí, principalmente ahondó en el tema del ambiente beligerante por el que estuvo rodeado la obra pictórica, y trató el caso de las más de 600 mil obras de arte expoliadas por los nazis. “Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis orquestaron una trama destinada al robo sistemático de obras de arte de toda Europa, sustraídas de las casas de familias de coleccionistas -muchas de ellas judías-, así como de museos, que iban a ser trasladas a Alemania con la intención que engrosaran las colecciones del museo que Adolf Hitler planeaba crear en la ciudad de Linz.

“Obras maestras de la pintura occidental viajaron en trenes, fueron ocultadas en minas y en sótanos, otras fueron a parar a manos de los jerarcas nazis y otras muchas acabaron en el floreciente y turbio mercado de arte”, contó Portnoy al inicio de la conferencia, frente a un auditorio que lució lleno.

Ése fue el destino de lienzos de Brueghel, Rembrandt, Goya, Van Gogh, Cézanne, Renoir, Picasso, entre otros.
De esta manera, agregó, después de más de 50 años de la derrota del Tercer Reich, Austria inició la restitución del arte robado, por lo que María Altmann -de cuya familia fue incautada la colección artística en 1938- decidió tomar los pasos necesarios para la recuperación del retrato de su tía Adele Bloch-Bauer, expuesto en la galería Belvedere en Viena, junto con otros cuatro cuadros de Klimt que habían sido parte de la colección de su familia.

O’Connor -siendo reportera de Los Angeles Times en 2001- entrevistó a Altmann sobre el proceso legal que había iniciado, publicando el artículo que sería el embrión del libro.

“’La Dama de Oro’ es un fascinante libro, resultado de una investigación acuciosa y exhaustiva, con un cuerpo bibliográfico digno de una disertación doctoral y con información obtenida por las entrevistas a María que O’Connor llevó a cabo desde el 2001 hasta el 2006, así como la correspondencia que mantuvo con la sobrina de Altmann hasta el 2009.

“La autora reconstruye fidedignamente el ambiente que rodeó a Gustav Klimt, exponente del movimiento secesionista austríaco de principios del siglo 20 y quien pintó el espectacular cuadro de la bella judía Adele, encargado por su esposo Ferdinand en el año 1903”, señaló.

Esta historia, añadió, ahonda en la belle époque en Austria, el ambiente cultural y artístico en torno a Klimt y a su musa, la anexión de Austria al Tercer Reich, la forzada emigración de miles de judíos austríacos y la deportación a campos de concentración de otros miles más; la expoliación de obras de arte a cargo del nazismo, el Holocausto y el dificultoso proceso legal por el que la heredera pasó tras siete años de enfrentar al estado austríaco.

Durante la charla, la historiadora también hizo hincapié en la ‘limpieza cultural’ que realiza el Estado Islámico en Irak y Siria, comparando esta destrucción y este despojo de acervo cultural con los que hicieron los nazis.

Arte recuperado

Actualmente, “Retrato de Adele Bloch-Bauer I” se expone en Neue Galerie New York, tras haber sido comprado por Ronald Lauder, heredero de la línea de cosméticos Estée Lauder y miembro de World Jewish Restitution Organization, por 135 millones de dólares.

Las otras piezas de Klimt recuperadas por Altmann fueron subastadas por Christie’s en noviembre de 2006 en tan sólo 6 minutos por 192.7 millones de dólares. El segundo óleo de Adele fue adquirido por un particular y, desde el 2016, se exhibe en el Museum of Modern Art de Nueva York, en un préstamo a largo plazo.

De las 600 mil obras robadas durante el régimen nazi entre 1933 y 1945 se estima que 100 mil siguen desaparecidas o han sido identificadas erróneamente, aseguró la historiadora.

 

 

 

 

La muerte de Napoleón

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Simón Leys.

Barcelona: Anagrama, 1988.

Al investigar o enseñar historia, un punto de partida es que no hay “hubiera” en los acontecimientos, es decir, los hechos fueron como fueron, con sus causas y consecuencias y no hay tal cosa como “¿qué hubiera pasado si…?”. Sin embargo, en un planteamiento hipotético que permita explorar escenarios posibles, la pregunta “¿qué tal si…? pueden permitirnos considerar otros factores de análisis así como desenlaces. Por supuesto que el discurso histórico se debe sostener en los sucesos acontecidos tal como fueron y avalados por fuentes y evidencias para que las conclusiones no sean meras hipótesis.

Pero con una novela las posibilidades son otras. El autor puede partir de un hecho real y explorar alternativas a través de la ficción. Y este es el caso con La muerte de Napoleón de Simón Leys.

El autor parte del supuesto ¿qué habría pasado si Napoleón se hubiera escapado de Santa Helena para recuperar su imperio? Este planteamiento hipotético se ha hecho no sólo del gran corso, sino también sobre Hitler -con varias teorías sobre si los restos calcinados encontrados en el búnker eran efectivamente los suyos o si logró escapar a América del Sur- y en México persisten quienes creen que Emiliano Zapata sobrevivió la emboscada en 1919 y siguió recorriendo montado en su caballo blanco los caminos del sur.

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En este texto, una conspiración secreta montada con precisión milimétrica lleva a Santa Helena a un soldado muy parecido a Napoleón a quien suplanta, en tanto éste logra escapar de la isla-prisión tomando el nombre de Eugène Lenormand. Tras un largo viaje desde Suráfrica al norte de Europa como grumete en un barco, esperaba desembarcar en Bordeaux donde lo esperaría un contacto para llevarlo a París y encabezar la toma de poder. Pero a último momento el capitán recibe la orden de seguir navegando hasta Amberes y a la hora de desembarcar ni hay contacto, ni Lenormand tiene pasaporte y suficiente dinero para poder llegar a Francia.

Así inicia la novela que presenta las desventuras de Napoleón. Cinco años después del desmoronamiento de su imperio pocos parecen reconocerlo. Como turista visita Waterloo, escenario de su última batalla y se topa, apenas cinco años después del suceso, con una versión apócrifa de los hechos.

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Cuando finalmente llega a París, tiene que vivir como un hombre más del montón a costa de la amabilidad de la viuda de un teniente de su antiguo ejército. De los brazos de la emperatriz Josefina y de la archiduquesa María Luisa pasa a los de una vendedora de melones. ¡Su genio de estratega lo aplica en qué calles vender la fruta!

Entre los viejos soldados que se reúnen en la casa de la marchanta sólo uno parece reconocerlo, justo aquel que estará celoso de la relación que se desarrolla entre Lenormand y la mujer. Para advertirle lo que le espera si revela su identidad, lo lleva a un manicomio donde muchos no sólo se creen Napoleón sino que se le parecen más que él. Todavía optimista, espera el momento oportuno para revelarse y dar su golpe maestro pero su doble fallece prematuramente en Santa Helena, corriendo la noticia como reguero de pólvora por toda Francia. Imposible ahora develar su verdadera personalidad.

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Simón Leys fue el nombre de pluma de Pierre Ryckmans, catedrático de literatura china de las universidades Nacional de Australia y de Sydney. Colaboró con artículos sobre literatura y sobre China contemporánea en The New York Review of Books, Le Monde y Le Figaro Littéraire. Por sus obras recibió numerosos premios como el Renaudot, el Femina, el Guizot y el Christina Stead por obras de ficción.

De esta novela en 2001 se hizo la película The emperor’s new clothes que ganó el Premio de la Audiencia en el Festival de Cine de Florida.

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Muy bien escrita y con gran sentido del humor, La muerte de Napoleón permite reflexionar sobre qué son la identidad, la reputación y la historia. La lectura de esta obra sirve como conmemoración a los 200 años de la batalla de Waterloo y el final del imperio napoleónico.

 

 

Hoy es historia: Ana Frank, una voz contra la intolerancia

Ana Portnoy

El Norte, Monterrey, N.L., 15 de marzo 2015. Sección Vida, pâg. 15

 «A pesar de todo, continúo creyendo en la bondad íntima del hombre»

Ana Frank

 Este mes se conmemoran 70 años de la muerte de Ana Frank en el campo de concentración de Bergen-Belsen, pocas semanas antes de su liberación por el ejército británico.

Autora de uno de los testimonios más conocidos de la persecución antijudía nazi que condujo al Holocausto, su diario es uno de los libros más leídos mundialmente siendo texto escolar en muchos países.

Huyendo de la Alemania nazi, la familia Frank llegó a Amsterdam en 1933. Con la ocupación alemana de Holanda siete años después, Otto Frank ocultó a su familia y a cuatro personas más en un ático en el edificio de oficinas de la empresa Travies N. V. de la que era accionista.

En ese reducido espacio convivieron durante dos años los Frank, la familia Van Daan y el Dr. Dussel, tomando precauciones extremas para no delatar su presencia –ventanas tapiadas, comportamientos silenciosos durante el día, restricciones en el uso del baño- .

Gracias al apoyo de cuatro empleados de confianza que les abastecieron de alimentos, medicamento y libros pudieron sobrellevar el encierro hasta que fueron denunciados a las autoridades nazis. El 4 de agosto de 1944, la Feld Polizei irrumpió en el ático y arrestó a todos sus habitantes enviándolos a campos de concentración. Sólo Otto Frank sobrevivió la guerra y recuperó el texto de su hija que había sido resguardado por su secretaria, Miep Gies.

Escrito a manera de cartas a una imaginaria amiga llamada Kitty, Ana cuenta las experiencias de su vida en un microcosmos en el que transcurre una cotidianeidad arrancada de la vida normal. A través de sus páginas la autora se desenvuelve intelectualmente, observa y juzga tanto el desarrollo de la guerra -cuyas noticias se conocen por las trasmisiones radiales de la BBC- así como las personalidades de sus compañeros de escondite y las relaciones entre ellos, obligados a una intensa convivencia durante 730 días. Las trivialidades de la vida diaria se convirtieron en acontecimientos especiales dignos de ser anotado con candor. En sus páginas están presentes las esperanzas de una niña de 14 años por una pronta liberación y el volver a tener una vida normal.

Además de su valor literario e histórico, la importancia del Diario de Ana Frank radica en la confianza que las condiciones más atroces pueden sobrellevarse a través del compañerismo, la solidaridad y la esperanza. Sus palabras dan voz no sólo al millón y medio de niños judíos asesinados por el hitlerismo sino a todos aquellos que han sido víctimas de la intolerancia y la persecución.

Mujeres grandes, las mujeronas estupendas

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 Patricia Kelly y Alicia Ibergüengoitia.

 México: Editorial Sincronía Encuentros. 2014

En el México prehispánico se reconocía la vejez como la etapa de vida que iniciaba a los 52 años. A los hombres que alcanzaban una edad avanzada se les llamaba, “huehuetain” reverenciado anciano y a las ancianas “llamatzin” reverenciada anciana. Sus familias tenían la obligación de ver por ellos y también tenían el derecho de recibir ayuda del estado mexica. A quienes llegaban a la ancianidad en pleno uso de sus facultades mentales se les consideraba dueños del fuego, transmisores de valores y conocimientos y las ancianas eran vistas como el factor fundamental para la cohesión familiar, siendo valoradas como símbolos del linaje. Todavía en las comunidades indígenas y mestizas tradicionales las mujeres viejas suelen tener prestigio y poder que les da la experiencia de vida.

La longevidad ha sido una aspiración desde tiempos remotos, pero a medida que transcurren los años y la vejez se acerca, pasa de ser un anhelo a ser concebida como un período de enfermedad, pérdida de capacidades, depresión y dependencia.

Muchas de las definiciones del envejecimiento destacan sus aspectos negativos, resaltando la vulnerabilidad, la propensión a las enfermedades, la progresiva marginación. En esas condiciones es, como la define la antropóloga Marcela Lagarde “un cautiverio… la pérdida constante de condiciones de vida”. Y en el caso de las mujeres, en peores condiciones. De acuerdo al CONAPRED “las adultas mayores son el grupo con mayor vulnerabilidad en el Distrito Federal (y en las otras urbes) ya que viven las principales causas de discriminación: situación económica, género y edad. Empatada además con apariencia física”.

Somos una sociedad que por primera vez se enfrenta a una larga expectativa de vida gracias a los avances médicos y a la nutrición. Por primera vez el reto social no es cómo educar, alimentar y dar empleo a la población joven, sino qué hacer, cómo tratar, atender y dar oportunidades que impliquen calidad de vida a la población envejecente. La vejez hoy implica no saber cómo comportarse como persona mayor mientras que la sociedad no sabe qué hacer con sus ancianos.

Patricia Kelly y Alicia Ibergüengoitia nos presentan un muy necesario texto sobre cómo, a pesar que vivimos en una sociedad y en una cultura obsesionadas con la juventud, la belleza y la talla de ropa, en la que se tiende a pensar que la visión del mundo de un adulto mayor no vale como la de un hombre joven, hay una vida plena, productiva y llena de intereses para las mujeres “ mayores” cuando ya se ha llegado a la  séptima, octava y novena décadas de vida. Es más, con nuevas oportunidades de aprendizaje, de convivencia y de felicidad aún y cuando nos imaginamos que una mujer, después de una “cierta edad”, estaría confinada a su casa, a la espera de la visita de sus hijos y nietos, pegada a la tele y sin ninguna ilusión para los años que le quedan por vivir.

Las autoras han puesto sobre la mesa este tema tabú que pocos han abordado: el viejismo y cómo llegar a esta etapa de la vida en buenas condiciones y cómo vivirla productivamente a, particularmente en el caso de la mujer, a través del ejemplo de 26 mujeres mexicanas sobresalientes. Y viejas.

 Este no es un libro que solamente trata sobre los retos de la vejez. Es también un libro sobre el ser mujer en México en los siglos XX-XXI, el ser pioneras, el ser compañeras/ esposas/madres además de profesionistas con todas las exigencias, obligaciones y tensiones que esto significa. Mujeres que abrieron brecha y rompieron paradigmas, que han trascendido por sus obras y, además, que no se han cruzado de brazos esperando a la Parca. Hemos estado acostumbrados a que los señores mayores sigan activos: gobiernan, dirigen, participan, engendran. Pero en el caso de las mujeres “mayores” el estereotipo establece que ya están, o deberían estar, retiradas de una vida activa. Ellos, se piensa, tienen experiencia, inteligencia y hasta un cierto atractivo. Ellas, pues ellas son viejas, invisibles y sin voz.

LOS TESTIMONIOS

Todas las mujeres entrevistadas han sido pioneras en sus profesiones, han abierto camino a las siguientes generaciones en ámbitos que hace cincuenta o sesenta años eran exclusivamente coto masculino. Además de protagonistas de cambios sociales y de mentalidad, han sido testigos presenciales de acontecimientos que transformaron a nuestro país, desde el feminismo y la exigencia por la reivindicación de iguales derechos y oportunidades para las mujeres, el movimiento estudiantil de 1968 y la represión , la lucha por la democracia y la ciudadanización de la vida política, la participación en profesiones que no se concebían como adecuadas para una mujer que sería esposa y madre. Leer el libro es conocer la historia de México desde sus miradas, abarcando muchos contextos, de viva voz y espontáneamente.

Además, las entrevistas son, como lo anota Sara Sefchovich en el prólogo “testimonios vivos de lo que hoy se puede ser y hacer como mujer, joven o vieja”.

Entre las entrevistadas tenemos a:

8 que se han dedicado a las artes,

4 cuya labor ha sido la escritura

3 Activistas sociales

1 terapeuta sexual

3 Políticas/economista

2 que han dedicado su vida a las ciencias además de dos doctoras

1 Empresaria

1 Filósofa

1 antropóloga

 Todas ellas han tenido un gran reconocimiento por sus trayectorias profesionales.

 LA METODOLOGÍA

La técnica de la entrevista es una de las herramientas de investigación que más exigen de quien lleva a cabo la indagación. De trasfondo hay un trabajo de investigación sobre el tema, como lo evidencia la extensa bibliografía, al cual las entrevistas aportarán testimonios, formulación precisa de las preguntas, selección de los mejores. Informantes.

Implica un conocimiento previo de las circunstancias del entrevistado y de su trayectoria, una definición clara del propósito de la entrevista, una elaboración concisa de las preguntas, al mismo tiempo que una disposición a que se recorran temas no previstos. Las preguntas fundamentales fueron sobre cómo viven estas mujeres, cómo enfrentaron el envejecimiento y quiénes son sus modelos de vejez, cuáles son sus sentimientos y cómo es la relación con sus familiares.

Definido el proyecto y el método, se tiene que encontrar y seleccionar a quién entrevistar. En este caso, de 34 solicitudes, 25 aceptaron participar con sus testimonios. La vigésimo sexta informante es la antropóloga Marcela Lagarde que en la parte final del libro, establece el marco conceptual sobre el tema. Todas son mujeres que han trascendido en sus profesiones y que no claudicaron ante la expectativa que con la vejez ya no les quedaba nada por hacer.

El entrevistador debe saber escuchar respetuosamente lo que el informante aporta, para saber aprovechar oportunidades de formular nuevas preguntas. Y también tener una empatía por el entrevistado, procurar mantener una objetividad aún con el lenguaje corporal para no guiar las respuestas o juzgar lo que se dice. Es decir, no es un trabajo improvisado que se hace en una hora.

Y después, saber transcribir fidedignamente las respuestas sin tergiversar o manipular el testimonio, destacar las respuestas medulares es nuevamente un proceso de elaboración y reflexión que implica un esfuerzo muy preciso.

Las autoras hacen una brillante demostración de su maestría con esta técnica en un libro que además es muy ameno.

Las entrevistadas proceden de diferentes ámbitos y condiciones socio-económicas, de la capital como de la provincia . Hasta el año en que se llevaron a cabo las entrevistas, 2012, todas seguían activas.

El libro es un reconocimiento al empeño y a la capacidad en las tercera y cuarta edades.

ALGUNAS LECCIONES DEL LIBRO:

 LOS RETOS DE LA VEJEZ

  1. Pérdida de condición física
  2. Enfermedades
  3. Cansancio y lentitud
  4. El pesimismo
  5. La discriminación
  6. La violencia
  7. Accidentes
  8. Dificultad para encontrar trabajo

LO QUE PREOCUPA

  1. No haber previsto la longevidad
  2. Las condiciones de salud
  3. No ser una carga para la familia
  4. No molestar
  5. No depender, convertirse en “hijos de los hijos”
  6. Perder la autonomía y la independencia
  7. No tener tiempo suficiente para alcanzar todas las metas
  8. Contar con los recursos económicos para afrontar la vejez
  9. Soledad
  10. Abandono

LO QUE SE GANA AL SER VIEJO

  1. Pérdida de temores
  2. Poder dar a los demás, tener “la oportunidad de dar algo de sí mismos” (p. 55)
  3. La vida se aligera y es la oportunidad para disfrutarla

 LO QUE DEBE HACERSE COMO POLÍTICA PÚBLICA

  1. Generar una estrategia para enfrentar el cambio demográfico y una política nacional del envejecimiento.
  2. Establecer políticas públicas adecuadas que ofrezcan apoyos y recursos
  3. Legislación que garantice mejor vida a los ancianos. “ Cuando te sientes más débil, impotente para muchas cosas” como declaró Rosario Ibarra en su entrevista.
  4. Cultura y previsión geriátrica y gerontológica que anticipen las necesidades de la creciente población de viejos
  5. Servicios de salud no sólo paliativos sino preventivos que permitan un bienestar general: condiciones física y psicológica que den autonomía al anciano, con redes de socialización, seguros y servicios médicos
  6. Asegurar una vida digna y que económicamente sea viable para los últimos años de vida.
  7. Espacios de recreación para las personas mayores

 MODELOS DE ENVEJECIMIENTO

  1. Se ven en el hogar. ¿Cómo afrontó y vivió el envejecimiento la mamá? ¿la abuela? ¿Siguieron activas? ¿Cuál fue su estado de ánimo? ¿Su compromiso con la familia? Los modelos familiares educan en la experiencia de vivir la vida.
  2. Encontrar ejemplos de ancianos productivos y activos, modelos a seguir.

CONSEJOS PARA LLEGAR A UNA BUENA VEJEZ

  1. Quererse a uno mismo.
  2. Preparase para la vejez como una responsabilidad personal. El entusiasmo y la actitud ante la vida se establecen en la juventud.
  3. Tener metas y objetivos que alcanzar en las diferentes etapas de la vida. Establecer retos para cumplirlos y tener diversos intereses que entusiasmen. Querer seguir aprendiendo, es decir, nutrir al cerebro.
  4. No retirarse de la vida activa/productiva.
  5. Ánimo y espíritu de lucha: Querer seguir adelante
  6. Ejercicio
  7. Participar en la vida familiar/mantener las redes sociales/compañer@s
  8. Estado de ánimo positivo. ¿Querer ser comportate como «viejit@»?
  9. Adaptarse a los tiempos
  10. Prudencia
  11. Mantener rutina y disciplina, la vida normal

Las autoras concluyen estableciendo lo que se tiene que hacer: “Tenemos que trabajar en una cultura de aceptación de la vejez en general y de las mujeres en particular. Es necesario trabajar en políticas públicas pero también en proyectos personales de vida. En voz una de las entrevistadas, Anilú Elías Paullada: Hay que aceptar “esta nueva vida” sin darse de baja ni por vencido. Uno mismo puede ser el reto más grande: “Estoy tan acostumbrada a pelearme con esa otra, que es una huevona… porque esa otra no querría hacer nada, eso me ha ayudado a decir: “Tú, cállate, y ya sé que no vas a querer, o ya se que tú vas a deprimirte, pero yo no; ya se que tú te vas a enojar, pero yo no”. No compré los argumentos de esa otra, todo el mundo me decía: “Pero es que algún día te vas a quebrar durísimo”, y pues mira, lo estoy esperando”.

El país de las mujeres

el-pais-de-las-mujeres-9788492451944 . . Gioconda Belli Barcelona: Belacqua. 2010.

“El problema para mí no es lo que se piensa de las mujeres, sino lo que nosotras hemos aceptado pensar de nosotras mismas. Nos hemos dejado culpabilizar por ser mujeres, hemos dejado que nos convenzan de que nuestras mejores cualidades son una debilidad. Lo que tenemos que hacer es demostrar cómo esa manera de ser y actuar femenina puede cambiar no solo este país, sino el mundo entero”.

Viviana Sansón, presidenta de Faguas

¿Qué sucedería si en un país las mujeres llegaran a ejercer todos los ámbitos del poder?

¿Mejoraría la sociedad y habría mayor conciencia ciudadana?

¿Permitirían los hombres, acostumbrados a mandar y gobernar, que la presidencia, los ministerios, la policía y el ejército estuvieran en manos femeninas?

¿Que los delitos sexuales fueran castigados ejemplarmente en las plazas públicas?

¿Que la educación tenga como objetivos el contento de los docentes así como la responsabilidad compartida sobre la maternidad y las labores hogareñas?

¿ Que el objetivo del régimen sea la felicidad de los gobernados?

 El país de las mujeres,  novela de Gioconda Belli, ganó en el 2010 el premio hispanoamericano de novela “La Otra Orilla” del Grupo Editorial Norma gracias al “humorismo de su sátira política, la notable inventiva de la trama y la destreza de la autora para mantener la atención narrativa”, además de que: “en el panorama de la novela política latinoamericana ampliamente dominado por figuras masculinas, esta novela es una divertida e inesperada provocación”[1].

La historia sucede en Faguas, imaginario país latinoamericano, en el que las militantes del PIE (Partido de la Izquierda Erótica) “cansadas de pagar los platos rotos de tanto gobierno inepto, corrupto, manipulador” llegan al poder prometiendo limpiar al país, “barrerlo, lampacearlo, sacudirlo y lavarle el lodo hasta que brille en todo su esplendor” aspirando establecer una sociedad igualitaria “enriquecedora para hombres y mujeres”.

Con Viviana Sansón como presidenta, ministras y asesoras nacionales e internacionales y reemplazando los puestos habitualmente masculinos con mujeres militares y jóvenes policías, el país inicia un proceso de transformación. La teoría política de la gobernante establece que “ya hay mujeres presidentas. Eso no es novedad. Lo que no hay es un poder femenino. ¿Cuál sería la diferencia? Yo imagino un partido que proponga darle al país lo que una madre al hijo, cuidarlo como una mujer cuida su casa; un partido “maternal” que blanda las cualidades femeninas con que nos descalifican, como talentos necesarios para hacerse cargo de un país maltratado como este. En vez de tratar de demostrar que somos tan “hombres” como cualquier macho y por eso aptas para gobernar, hacer énfasis en lo femenino, eso que normalmente ocultan, como si fuera una falla, las mujeres que aspiran al poder: la sensibilidad, la emotividad. Si hay algo que necesita este país es quién lo arrulle, quién lo mime, quién lo trate bien”.

A través de diversas políticas el estado “ginocrático” pretende que los ciudadanos se conviertan en “cui-dadanos” cuya responsabilidad sea el cuidado de la Patria a través del empoderamiento de sus mujeres, el combate a la corrupción y la impunidad, el respeto a la inviolable libertad de mujeres y hombres, el fin de cualquier forma de discriminación, la transformación del lenguaje del odio y vocabulario denigrante para la mujer y la diversidad sexual, la educación igualitaria y una vida cotidiana en la que hombres y mujeres compartan el cuidado de los hijos y del hogar, del barrio y del país: es decir, encargados de “lavarlo y plancharlo”.

Los programas educativos tendrían como metas el contento de los educandos, la alfabetización obligatoria para mujeres analfabetas, talleres de “respeto y poder” para parejas víctimas de la violencia domestica y la carrera universitaria de Maternidad para hombres y mujeres.

De esta manera se alcanzaría el objetivo gubernamental del felicismo, “la felicidad per cápita como eje del desarrollo. Medir la prosperidad no en plata sino en cuánto más tiempo, cuánto más cómoda, segura y feliz vive la gente”. Alcanzando la felicidad, hombres y mujeres en plena libertad pueden “escoger y tener la oportunidad de utilizar la máximo sus capacidades innatas y adquiridas en beneficio propio y de la sociedad”.

 Por supuesto que no todos los hombres estarán dispuestos a ceder sus cotos de poder y buscarán la manera de deshacerse de las mujeres gobernantes y el nuevo estilo de hacer política.

 Y aunque sea una obra de ficción, El país de las mujeres es un buen ejercicio de la imaginación. ¿Qué tal que fuera posible?

 


[1] Carlos F. Chamorro. La ultima novela premiada de Gioconda Belli, El país de las mujeres. En  ElNuevoDiario.com.ni [19 de septiembre de 2010] <http://www.elnuevodiario.com.ni/especiales/83776>

El hombre que amaba los perros.

Unknown

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Leonardo Padura.

Barcelona: Tusquets

2009.

Novela histórica que parte de un excelente trabajo de investigación y permite conocer de qué manera se fraguó el asesinato de León Trotski en la ciudad de México en agosto de 1940.

Leonardo Padura, el reconocido escritor cubano que cobró fama internacional con sus novelas policíacas, en este trabajo mantiene el suspenso policíaco pero arraigado en un hecho histórico en el que los hilos asesinos manejados por Stalin llegaron al tranquilo barrio de Coyoacán en la ciudad de México. Apegado a los hechos, desmenuzando la personalidad y circunstancias de la víctima y su asesino, esclareciendo los porqués de la persecución antitrotskista, el lector se adentra en esta historia hábilmente estructurada y narrada en más de setecientas páginas casi olvidando que algunos personajes, diálogos y reflexiones son ficción.

Iniciando el relato en la Habana contemporánea conocemos a Iván, amagado por una vida llena de frustraciones, quien cuenta cómo conoció al extranjero Jaime López, que, sospechamos en conforme se avanza la lectura, es en realidad Ramón Mercader el asesino de Trotski. Ganándose su confianza, Iván recibirá como herencia de ese hombre que amaba a los perros una truculenta historia de conspiraciones cuyos escenarios van del exilio del Trotski en Alma Atá a la España convulsionada por la guerra civil, así como a la URSS tras la muerte de Stalin.

La obra sigue la vida cotidiana e intelectual de estos hombres, así como del entorno que les rodeó, dilucidando sus  ideales y sus desilusiones a través de una historia en la que los personajes reales y los ficcionales permiten comprender tanto la guerra fraticida que desgarró a España como el proceso por el cual Josef Stalin estableció un gobierno totalitario en la Unión Soviética persiguiendo y eliminando a los líderes bolcheviques y aterrorizando a la población del país para  afianzar su poder.

Los tres personajes principales, Iván, Ramón Mercader y León Trotski, comparten su amor por los perros, pero también su desilusión a los grandes ideales por los que estuvieron dispuestos a vivir, luchar y morir. La Cuba de Iván muestra el cansancio por un régimen que ha empobrecido a la población, sujeto a una vigilancia y una burocracia en la que la expectativa por la nueva sociedad ha sido sustituida por la resignación en “un país oscuro, paralizado y en vías de derrumbe” donde el objetivo diario es la sobrevivencia. Mercader, el joven combatiente comunista reclutado como agente para ganarse la confianza de Trotski y ejecutarlo, llegará finalmente a Moscú en los años 1950, desilusionado por el estalinismo y por la convicción de haber sido un títere para cobrar una venganza ajena. Y Trotski, el intelectual que organizó los soviets y el ejército rojo, el comunismo de guerra y el triunfo en la guerra civil, enemigo del zar rojo por la confianza y la cercanía que tuvo con Lenin, será traicionado por sus amigos y abandonado por sus seguidores, desilusionado por el cariz del régimen soviético que él ayudó a construir pues, a nombre del socialismo y de una sociedad para el Hombre Nuevo, se llevaron a cabo traiciones, represiones y genocidios.

El autor, como lo anota al final de la novela, quiso “utilizar la historia del asesinato de Trotski para reflexionar sobre la perversión de la gran utopía del siglo XX, ese proceso en el que muchos invirtieron sus esperanzas y tantos hemos perdido sueños, años y hasta sangre y vida”.

Nota: Desaparecidas desde 1939, en 2007 se encontraron en México tres cajas con cerca de 4,500 negativos de los corresponsables de la guerra civil española Frank Capa, Gerda Taro y David Seymour «Chim», colección a la que se denominó «La maleta mexicana». La exposición «El pasado revelado«en el Antiguo Colegio de San Ildefonso en la ciudad de México los mostrará hasta el 2 de marzo 2014.

Gana cubano Asturias de Letras.

El Norte, Monterrey N.L. 10 de junio 2015. Edición virtual.

El escritor cubano nacionalizado español Leonardo Padura, conocido por sus obras policiacas con contenido crítico a la sociedad de su país de origen, fue galardonado con el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015.

El jurado, reunido en Oviedo, destacó que Padura ha sido un autor arraigado en su tradición.

«Decididamente contemporáneo, un indagador de lo culto y lo popular; un intelectual independiente de firme temperamento ético», consideró el jurado.

«(En su obra) destaca un recurso que caracteriza su voluntad literaria: el interés por escuchar las voces populares y las historias perdidas de los otros».

Nacido en La Habana en 1955, Padura alcanzó fama internacional con su serie de novelas del detective Mario Conde, entre las que destacan Pasado perfecto, Vientos de cuaresma y Adiós, Hemingway.

Conde es un personaje oprimido que resuelve crímenes en la parte más sórdida de la sociedad cubana posterior a la caída de la Unión Soviética.

Uno de sus éxitos más recientes, traducido a varios idiomas, es El hombre que amaba a los perros (2009), basada en la historia de Ramón Mercader, asesino de León Trotsky, fundador del Ejército rojo soviético.

Esta es la trigésima quinta edición de los galardones y la primera conocida como Premios Princesa de Asturias.

Cada uno de los premios, que se entregan desde 1981, está dotado con 50 mil euros, unos 56 mil dólares, y una escultura del artista catalán Joan Miró.