Migraciones

Si bien la migración ilegal de mexicanos a Estados Unidos se ha convertido en un asunto importantísimo, álgido y urgente de resolver en la agenda binacional, hay que recordar que en el siglo XX hubo un largo período en el que tratados entre los dos países regularon la emigración legal de miles de personas como trabajadores temporales, especialmente durante los años de la Segunda Guerra Mundial en los años 1940, revocándose en 1955 el marco legal que los protegió, iniciándose el fenómeno de los llamados “mojados”, los inmigrantes ilegales que cada año cruzan la larga frontera que divide a México de Estados Unidos.

Las medidas adoptadas en Estados Unidos para detener esta inmigración han intensificado el debate, especialmente por la construcción de un muro que separa físicamente a los dos países, además de la propuesta de iniciativas de ley que pretenden considerar al inmigrante ilegal como un delincuente.

Debemos recordar que la tendencia a la búsqueda de mejores condiciones de vida ha sido una constante en la historia de la humanidad. El hombre primitivo emigraba siguiendo a los grandes mamíferos de los que se alimentaba hace miles de años. Hubo constantes desplazamientos de población durante la Antigüedad que fueron poblando al continente asiático y al europeo. El descubrimiento de América trajo al continente a miles de inmigrantes, ya fueran voluntarios -conquistadores y colonizadores- o forzados -esclavos negros-.

En el siglo XIX hubo una masiva emigración europea a los países de Hemisferio occidental y a las colonias de ultramar de los grandes imperios, provocada por las condiciones de desempleo, las convulsiones políticas y las oportunidades económicas de los países recién independizados que atrajeron tanto a colonos como empresarios para poblar o invertir en las grandes regiones desde las planicies en Estados Unidos hasta la pampa argentina o bien, al asentamiento de varios miles de ingleses, franceses y belgas en África y en Indochina. Estados Unidos, considerado el modelo democrático que garantiza las libertades individuales y tierra de promisión económica por su capitalismo absorbió a 35 millones de extranjeros entre 1842 y 1917.

También en las primeras décadas del siglo XX millares de personas se vieron forzadas a buscar nuevos horizontes, ya fuera por las convulsiones provocadas por las dos guerras mundiales o por los procesos de descolonización o  por el nacionalismo que llegó a extremos radicales, provocando la persecución de grupos étnicos o religiosos que buscaron amparo en los cinco continentes. La migración de escenarios bélicos sigue siendo una constante.

La migración aglutinó a individuos de múltiples nacionalidades, religiones, idiomas, tradiciones culturales y niveles socio-económicos, que hasta el momento de abandonar sus lugares de origen no habían sabido de la existencia de los otros y que fueron hermanados en la experiencia de emigrar y enfrentar un futuro incierto en nuevas latitudes.

Actualmente en las grandes ciudades de cada país, viven cientos de individuos cuyas raíces culturales proceden de otras parte y cuyos idiomas maternos, costumbres, vida familiar, hábitos alimenticios y formas de comportarse ante la alegría, el dolor y las necesidades cotidianas fueron diferentes.

Sin embargo, si durante el siglo XIX el fenómeno de migración se dio de los países europeos que llevaban a cabo un proceso de industrialización a la periferia, la segunda mitad del siglo XX empezó a presenciar un fenómeno a la inversa, la atracción de los países desarrollados, no únicamente Estados Unidos sino Europa Occidental, sobre los países en vías de desarrollo, con miles de individuos que aspiran abandonar sus lugares de origen por la explosión demográfica y las condiciones de pobreza y marginación.

Basta tener presente las imágenes de quienes intentan brincar las mallas ciclónicas en Ceuta y Melilla para pasar ilegalmente de África a España y de ahí cruzar los Pirineos hacia el resto de Europa; leer las noticias sobre camiones de doble fondo que transportan a mexicanos y centroamericanos hacia la frontera estadounidense; leer sobre los barcos  sobrecargados de pasajeros con riesgos de morir ahogados, como sucede en el estrecho de la Florida o en el mar de China; o enterarse sobre los polizontes que viajan en la sección de carga de los aviones con riesgo de morir congelados a los pocos minutos del despegue.

En la medida en que las condiciones de marginación persistan, el anhelo de una mejor vida va a seguir estimulando a las personas que pretenden llegar a esas mecas de desarrollo sin importar los riesgos y la ilegalidad, lo que los hace sujetos inclusive a explotación y maltrato en los países que los atrajeron.

Por otro lado, a los países receptores las migraciones les plantean retos de asimilación lo que presiona a sus economías y a sus políticas socio-culturales. También ejercen presión sobre sus modelos políticos puesto que radicalizan a los partidos xenofóbicos pero también, amparados en las garantías individuales, atentan contra las libertades ciudadanas, como ha sucedido en Europa con los fundamentalistas islámicos que atentan contra la vida de quienes han criticado o su religión o han caricaturizado al profeta Mahoma.

Así, la problemática de la migración no es un asunto reciente y limitado exclusivamente a las relaciones binacionales México-Estados Unidos. Su amplitud y el impacto que tiene sobre millones de personas plantean la necesidad de políticas y de estrategias nacionales y nuevas colaboraciones internacionales para resolver las condiciones que la provocan.

Fuentes de las imágenes:

http://images.google.com/imgres?imgurl=http://www.diariodeamerica.com/public/noticias/mexico%2520border%2520320%2520x%2520240_noticias_1663.jpg&imgrefurl=http://www.diariodeamerica.com/front_nota_detalle.php%3Fid_noticia%3D1663&usg=__-SRkKiweK7MHnTtkmttkgB5ICw=&h=240&w=320&sz=17&hl=en&start=29&um=1&tbnid=QZyR1185FN-arM:&tbnh=89&tbnw=118&prev=/images%3Fq%3Dmigraci%25C3%25B3n%2Bilegal%2Bm%25C3%25A9xico%2Beua%26ndsp%3D20%26hl%3Den%26client%3Dsafari%26rls%3Den%26sa%3DN%26start%3D20%26um%3D1


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