Para los mayas, el consumo del chocolate se convirtió en el eje de las actividades sociales, políticas y económicas.
Yanireth Israde.
Reforma.com, 21 de enero 2012. Cultura.
El chocolate, cuanto más espumoso, más suculento. Ya lo sabían los mayas, quienes disponían de jarrones especiales para lograr una bebida burbujeante. Eran recipientes de cuello ancho, dotados de un pico largo y angosto que permitía verter el líquido, desde cierta altura, en otra vasija.
Los peculiares jarrones se encontraron en un contexto funerario de Colha, Belice, y según análisis químicos se utilizaron hace más de 2 mil 500 años, pues se hallaron restos de teobromina, componente distintivo del chocolate. Son la evidencia más remota para el área central maya, si bien en Chiapas, en la región del Soconusco, se consumía desde hace por lo menos 3 mil 500 años, informa el arqueólogo Philippe Nondedeo, quien colabora en el más reciente número de la revista Artes de México, dedicada al chocolate.
La publicación «Chocolate.
«Cultivo y cultura del México antiguo» destaca la importancia que, junto con el maíz, tuvo la planta del cacaotero para los mayas y luego para los mexicas.
Y los festines, que reunían a los poderosos, resultaban el escenario idóneo para resolver conflictos, por eso se generalizaron en el área maya entre los años 650 y 900.
«Se volvió necesario establecer complejas estrategias de alianzas entre ciudades y entre familias de la elite. Esta necesidad convirtió los festines y el consumo del chocolate en el eje de las actividades sociales, políticas y económicas, pues todos estaban deseosos de ofrecer banquetes fastuosos y suntuosos a fin de ostentar su poder económico y su refinamiento», recuerda el arqueólogo.
Siglos después, los mexicas entraron en contacto con las antiguas ciudades mayas y adoptaron la cultura del cacao y su bebida, apunta el profesor de historia Nikita Harwich.
Producto comercial por excelencia, los granos de cacao se convirtieron en una moneda aceptada por todos los gobiernos de América Central y conferían a quienes hacían uso de ellos el prestigio de ser considerados banqueros y comerciantes de lujo.
«Dado su valor al mismo tiempo material y simbólico, los granos del cacao constituyeron muy pronto el tributo de las poblaciones sometidas a la autoridad de los nuevos conquistadores y fueron custodiados en almacenes especiales, como parte del muy preciado tesoro de los nuevos señores del Anáhuac».
Más adelante, durante el Virreinato, el chocolate era recomendado especialmente a los trabajadores antes de realizar un gran esfuerzo físico. Los guías de las carretas y los postillones (mozos que iban a caballo) tomaban cuando menos dos grandes tazas por día.
Los testimonios de los viajeros confirman que la población indígena bebía chocolate frío —según la costumbre maya— mientras que la población criolla o mestiza prefería consumirlo caliente, se lee en la publicación.
Dedican edición al chocolate |
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El número contiene imágenes de obras murales y escultóricas con la representación del cacao y el chocolate.
Yanireth Israde
Reforma.com, 25 de enero 2012. Cultura.
Matos Moctezuma mencionó el triple valor del cacao como alimento, moneda de cambio y remedio medicinal y comentó la «hermandad» entre el cacao y el maíz, pues el chocolate muchas veces era enriquecido con maíz.
Finalmente, Laura Esquivel se declaró adicta al chocolate y confesó que fue inducida por su madre, pues cuando la amamantaba ingería todos los días un champurrado para producir más leche.
Recordó que la familia de su padre producía también este alimento y que por eso siempre ha tenido la necesidad de comer chocolate, pues tiene un valor simbólico muy importante para ella