El imperio azteca

La construcción de un imperio: Los aztecas.

Fuente: History Channel. Los aztecas: la construcción de un imperio.En You Tube: <https://www.youtube.com/watch?v=WQmN7tIfyJ4&gt;

El templo mayor de Tenochtitlan.

Fuente: Artehistoria.com. El templo mayor de Tenochtitlan. En You Tube: <www.youtube.com/watch?v=JDDWtF2NMng&feature=related>

Tlatelolco.

Fuente: INAH. Tlatelolco. En You Tube:< http://www.youtube.com/watch?v=SfvHd9RrfDw&NR=1&gt;

Suma diosa Tlaltecuhtli 30 ofrendas.

Yanireth Israde.

Reforma.com, 17 de julio 2011. Sección Cultura.  <http://www.reforma.com/cultura/articulo/616/1230882/&gt;

La más reciente ofrenda que ha sido abierta, la 141, incluye cinco cráneos humanos, figuras de copal, cuchillos, conchas y trompetas de caracol.


Es el suelo que Hernán Cortés jamás pisó. Enterrado por más de cinco siglos, el territorio que alojó la plaza ceremonial de Tenochtitlán durante el reinado de Ahuízotl resurge como un yacimiento arqueológico extraordinario, no sólo porque ahí apareció la monumental Tlaltecuhtli, sino porque crece el número de ofrendas halladas con objetos prehispánicos.

Hasta ahora, se han descubierto 30 ofrendas, con 25 mil elementos de procedencia botánica, como el algodón y el maguey, especímenes animales nunca antes registrados, entre ellos la estrella de mar y el águila arpía, cuchillos de pedernal, ollas de cerámica y carretadas de caracoles, conchas y corales.

Al territorio de Ahuízotl, octavo rey de Tenochtitlán, se accede de una zancada. Basta descender una escalinata prehispánica para retroceder del siglo 21 al 16 y llegar a la mina arqueológica de 500 metros cuadrados, en el predio de las Ajaracas, en pleno corazón del Centro Histórico.

«Es sorprendente la concentración de riquezas en un espacio tan reducido, lo que no tiene comparación en contextos similares de las culturas olmeca, maya o teotihuacana», señala Leonardo López Luján, director del Proyecto Templo Mayor.

Allí, a unos pasos del gentío y los ambulantes, se han instalado laboratorios para medir, pesar, registrar y preservar cada pieza: un trabajo titánico que llevará años de investigación.

El arqueólogo muestra cómo bajo una losa del siglo 20 asoman estratos de tierra de distintos colores y épocas: más oscuros en los niveles superiores para el periodo colonial, mientras que en la sección inferior, de la época prehispánica, dominan tonos más claros.

Es como un pastel de mil hojas en el que puede seguirse el rastro de la historia y constatar cómo la Ciudad de México fue levantada sobre las ruinas de Tenochtitlán. Las exploraciones han revelado restos coloniales como las columnas de estilo toscano de las casas de los conquistadores, justo encima del centro ceremonial mexica.

Mayólicas españolas e italianas y porcelanas chinas, entre otros desechos de lujo, fueron recuperadas en las excavaciones.

«La Ciudad de México era como un ‘apartheid’. En el centro vivían los españoles y fuera los indígenas, no podían estar dentro; la basura de lujo que se encontró, de personas con poder adquisitivo, lo confirma».

Las huestes de Cortés no descubrieron la plaza ceremonial de Ahuízotl, quien expandió el imperio desde 1486 hasta su muerte en 1502, porque Moctezuma II, su sucesor, construyó encima otro nivel, tal como indicaba la tradición mesoamericana. Ésa fue la parte arrasada.

¿Por qué la pirámide del Templo Mayor, que llegó a medir 45 metros, lo mismo que el Ángel de la Independencia, tuvo tantas ampliaciones?, ¿Por qué la hicieron tan grande en tan poco tiempo? Porque los pobladores de Tenochtitlán eran una suerte de «superhombres», 40 veces más poderosos que quienes habitaban al otro lado de las montañas. Eso acostumbra decirles López Luján a sus alumnos.

No había entonces, recuerda, bestias de tiro y carga. Las personas transportaban con mecapal y cacaxtle alrededor de 23 kilos en una jornada; en cambio, los mexicas disponían de canoas para trasladar entre lagos una tonelada de piedra en cuestión de horas. 

Mientras más poderío acumulaba el imperio, más ricas fueron las ofrendas enterradas, como ocurrió durante los reinados de Ahuízotl y Moctezuma II, el noveno tlatoani. Al presentar la más reciente ofrenda que ha sido abierta, la 141, que incluye cinco cráneos humanos, el arqueólogo pide ejercitar la imaginación para recrear el momento en que fue depositada.

«Estás al pie de la pirámide principal, tienes que oler el copal durante el ritual, la invocación del sacerdote», dice.

Los cráneos, representación del dios de la muerte, parecen tener los ojos desorbitados, pues se les introdujo concha para simular la membrana blanca del globo ocular, y pirita, un mineral dorado para la pupila.

«Debieron lucir muy brillantes, espectaculares», señala el especialista.

La ofrenda incluye figuras de copal, cuchillos, artefactos de madera, conchas y trompetas de caracol. «Es la segunda vez que encontramos en esta área cráneos humanos, lo que hace pensar que habrá restos funerarios cremados», añade.

López Luján, junto con el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, sostiene la hipótesis de que aquí reposan las cenizas de soberanos mexicas. Otro elemento que apoya esta idea es el hallazgo de por lo menos cinco ibis espatulados, un tipo de garza.

«Están relacionados con el sol, el rey y los guerreros muertos en batalla, y es la primera vez que los encontramos justo al pie de la pirámide, que es donde suponemos que están los restos».

Los investigadores deben lidiar con el agua contaminada que circula en el predio. «Debemos bombearla durante 24 horas, de otro modo estaríamos inundados». El olor fétido impera durante el recorrido, debido a un drenaje roto. «Las arqueólogas enfermaban a cada rato», recuerda López Luján.

Las labores del equipo de 25 personas continúan al ritmo que imponen las ofrendas, porque cada vez que aparece una, las exploraciones se detienen meses. Pero los hallazgos compensan los desafíos de un trabajo escrupuloso, que no admite las prisas que hicieron, en el siglo pasado, perder valiosa información.

«Durante la época de Leopoldo Batres, el arqueólogo más famoso de Porfirio Díaz, tan pronto encontraban una ofrenda sacaban los objetos, los lavaban y los retrataban, como si fueran trofeos. Pero descubrimos que los objetos son como una palabra, y lo que interesa es entender toda la oración, por eso nos detenemos en describir cómo están colocados, en comprender el conjunto. El chiste no son las palabras, sino las frases».

Descubren más vestigios

A medida que avanza la exploración en las Ajaracas se detectan más vestigios. Una pieza de jade conduce a los investigadores a una caja de ofrenda. Las irregularidades descubiertas en el terreno resultan ser un pequeño altar piramidal, que continúa enterrado. Encajada en el suelo se ve una lápida con un águila real labrada 

«Es la primera vez que encontramos un águila en una lápida tan grande, es una súper pieza», destaca el arqueólogo Leonardo López Luján. Aún debe levantarse para saber qué hay debajo, pues podrían hallarse más ofrendas.

La exploración de las ofrendas, según su tamaño, puede demorar meses, explica. Las más pequeñas, entre cuatro y seis, y las más grandes, como la encontrada bajo la diosa Tlaltecuhtli en 2008, con 14 mil objetos, hasta dos años.

Para mostrar todas las etapas del estudio de una ofrenda, adelanta, se presentará en el Museo del Templo Mayor en octubre una exposición sobre un depósito con 31 sahumadores.

Eran ‘el corazón del hogar’ las mujeres de Tenochtitlán.

El Norte, Monterrey, N.L., 2 de marzo de 2012. Sección Vida. Pág. 19.


Las mujeres de Tenochtitlán nacían con la obligación ser «el centro de conciencia y equilibrio de la familia», es decir, «el corazón del hogar», de acuerdo con una investigación que será presentada mañana en el Museo del Templo Mayor.

En una de las pocas crónicas prehispánicas que existen se describe el nacimiento de una niña a quien la partera indica, frente a las demás mujeres de la comunidad, que deberá «ser el corazón de su hogar», en referencia a que la mujer deberá ser el equilibrio y soporte de su estirpe, indicó en un comunicado el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

La investigación es del historiador Miguel Pastrana y fue elaborada en el marco del 34 aniversario del descubrimiento del hallazgo del monolito de la diosa mexica Coyolxauhqui, expuesto en el Templo Mayor de Tenochtitlán.

Pastrana descubrió también que el papel de la mujer en el México antiguo era de suma importancia, pues complementaba las funciones que el hombre hacía al exterior de la comunidad, como guerras, conquistas, rituales públicos y cobro de tributos.

En las casas de los guerreros o cobradores de tributos poco antes de que partieran, la esposa se ponía pintura facial y se vestía con ropas viejas y maltratadas, buscando que su apariencia fuera de tristeza y angustia; se ofrecían cantos y oraciones a los dioses pidiendo la bienaventuranza de los guerreros y triunfo en sus campañas, añadió el INAH.

Cuando el hombre regresaba, la mujer lo recibía con un «ritual de bienvenida» que consistía en que se ofrendaban guisos finos, con alimentos restringidos a la población común, como carne de pelícano y chocolate, utilizaban ropas elegantes con tejidos delicados y diseños hechos con plumas.

 

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