Ana Portnoy
El Norte, Monterrey, N.L., 18 de noviembre 2014. Sección Vida, pág. 13.
De la participación de la mujer en la Revolución Mexicana, pensamos solo en las “adelitas” y las soldaderas, aunque también hubo intelectuales, periodistas y maestras de las que los estudios de género, como el de Francesca Gargallo[1], han recuperado sus historias así como los medios que difundieron sus ideas desde el Porfiriato: “Las Violetas del Anáhuac” promovió el sufragio y la educación femenina, en tanto que exigencias de igualdad de derechos para las mujeres se publicaron en “El Album de la mujer”, “La Mujer Mexicana” y “El Hogar mexicano”.
A pesar de los valores porfirianos que restringían a las mujeres al hogar, al matrimonio y la maternidad, las primeras profesionistas ejercieron la medicina -Matilde Montoya, Guadalupe Sánchez, Columba Rivera y Soledad Régules- y la abogacía -María Asunción Sandoval de Zarco y Josefina Arce-. Otras fueron periodistas, como Andrea Villarreal quien colaboró con el diario magonista “Regeneración” y fundó “La Mujer Moderna”, órgano del “Club Liberal Leona Vicario”, mientras Juana Belén Gutiérrez de Mendoza publicó vehementes artículos contra la dictadura en “Vesper”.
Iniciando la revolución, la conciencia de la explotación femenina hizo que muchas apoyaran la causa maderista reclamando democracia, libertad, equidad y derechos políticos. La poeta Dolores Jiménez y Muro redactó el Prólogo al Plan de Ayala de Zapata y Hermila Galindo, secretaria y asesora política de Venustiano Carranza, propuso en el Congreso Constituyente de 1916 otorgar el voto a la mujer.
En los años de la guerra civil miles de mujeres se ocuparon de la producción agrícola, del comercio y del sostenimiento de sus familias, resolviendo las necesidades de los soldados de todos los bandos. Al reconocer su propia capacidad económica, política e inclusive militar, muchas demandas se radicalizaron. Ochenta mujeres participaron en 1916 en dos Congresos Feministas en Yucatán proponiendo el derecho femenino a la educación laica y de fácil acceso, al trabajo y a la plena ciudadanía así como equidad en todos los ámbitos. Se declaró que “la mujer del porvenir [puede] desempeñar cualquier cargo público… pues no habiendo diferencia alguna entre su estado intelectual y el del hombre, es tan capaz como éste de ser elemento dirigente de la sociedad”.
Sin embargo, la Constitución de 1917 no concedió derechos políticos a las mujeres al considerar los constituyentes que éstas, restringidas al hogar y a la familia, no tenían la conciencia política necesaria para no dejarse manipular por sacerdotes y conservadores. Tuvieron que transcurrir 36 años para que se otorgara durante el gobierno de Ruiz Cortines el derecho al voto a las mexicanas.
[1] “Las mujeres en la Revolución Mexicana, un acercamiento a una participación que no se estudia”.<http://francescagargallo.wordpress.com/ensayos/feminismo/feminismo-filosofia/las-mujeres-en-la-revolucion-mexicana-un-acercamiento-a-una-participacion-que-no-se-estudia/>