Hoy es historia: Medio ambiente y civilización.

Ana Portnoy

El Norte, Monterrey N.L., 1 de mayo 2016. Sección Vida, pág. 19

Para explicar por qué en ciertas regiones del planeta se desarrollaron grandes civilizaciones y en otras no, el historiador inglés Arnold Toynbee postuló la teoría del estímulo del medio ambiente.
Planteó que si éste es hostil al hombre que se enfrentaba a condiciones extremas de calor o frío con sequías o nieves perpetuas, el esfuerzo que hacía fue por satisfacer sus necesidades básicas y sobrevivir día a día, como sucedió con las tribus nómadas de zonas desérticas o aquellas que poblaron la región ártica.
Por otro lado, en un ambiente aparentemente propicio con un clima agradable y abundancia de alimentos, el individuo no tuvo necesidad de desarrollar su ingenio y aplicarlo para controlar a la naturaleza. Sus necesidades básicas se resolvían sin esfuerzo y no hubo un reto que lo estimulara. Ninguna cultura madre se desarrolló en sitios templados con abundancia de recursos.
Para Toynbee el medio debe ser lo suficientemente agresivo que obligue a los seres humanos a desarrollar su intelecto, creatividad y capacidades para dominar los obstáculos del medio y que garantice su subsistencia al mismo que tiempo que no lo aniquile.
Los ejemplos que sustentan su teoría son varios: en Egipto el clima es desértico, muy caluroso durante el día y frío en la noche. Las dunas no son aptas para la agricultura, y lo que permitió el desarrollo de la civilización fue el Nilo.
Su desbordamiento anual permitió la agricultura y los hombres desarrollaron su ingenio para aprovechar hasta la última gota de agua.
De la construcción de canales de riego y una vida en aldeas rudimentarias erigieron grandes ciudades, templos y pirámides, estructurándose una compleja sociedad que desarrolló las ciencias y las artes así como un sofisticado pensamiento religioso y una forma de vida refinada.
En Mesopotamia, China e India, orígenes también de la vida civilizada, el medio ejerció una influencia similar.
En México la misma teoría explica cómo una tribu considerada bárbara por sus vecinos y confinada a un islote en el lago de Texcoco logró sobreponerse a un medio ambiente hostil y dominarlo.
A través del sistema de chinampas ampliaron su espacio geográfico y garantizaron el abastecimiento de alimentos, creciendo la población y construyendo una ciudad majestuosa. En menos de 200 años ya eran un imperio que conquistó gran parte de Mesoamérica.
Toynbee encontraría en Monterrey un buen ejemplo también: en una región semidesértica, con clima extremoso y con carencia de agua, sus pobladores lograron convertirla en una pujante ciudad y polo de atracción gracias a sus industrias.
Sobreponerse a la naturaleza implica tesón y trabajo, atributos que han caracterizado a los regiomontanos por generaciones.
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