All Hallows Eve

Ana Portnoy

El Norte, Monterrey N.L., 31 de octubre 2014. Sección Vida, pág. 19.

Desde que el hombre cobró conciencia de su mortalidad ésta ha sido motivo de angustia, temor y reverencia. En festejos encontramos evidencias de creencias, ritos y costumbres muy antiguos que intentaban dar sentido al misterio de la muerte.

Para los celtas, el primer día de noviembre marcaba el final y el principio del año. Por el invierno los rebaños tenían que ser resguardados y la última cosecha recolectada. Esa fecha era su conmemoración más importante pues creían que las almas de quienes habían muerto ese año participarían por última vez en un festejo con los vivos antes de partir definitivamente al inframundo.

La festividad se transformó en la víspera del Día de Todos los Santos (All Hallows Eve) en el siglo VII cuando el Papa Gregorio I recomendó que al cristianizar a los pueblos paganos se aprovecharan sus prácticas ancestrales. Por su énfasis en lo sobrenatural las creencias celtas del inframundo se identificaron con el infierno y los espíritus con brujas y demonios. Con disfraces y ofrendas se prevendría que causaran daño, lo que actualmente en Halloween se expresa en un festejo de chicos y grandes en las calles, con vestimentas horríficas y la amenaza de “dulce o travesura”

En México se ha conservado un culto a la muerte que define nuestra identidad cultural. Los orígenes de la celebración del Día de Muertos son anteriores a la llegada de los conquistadores españoles, pues hay evidencias de festejos a la muerte entre mexicas, mayas, purépechas y totonacas. Los rituales que recuerdan a los ancestros se han practicado en el país por lo menos desde hace tres mil años. El festival que se convirtió en el Día de Muertos se celebraban durante el verano y era presidido por Mictecacíhuatl, la “Dama de la Muerte” esposa de Mictlantecuhtli, Señor de la Tierra de los Muertos. Las festividades conmemoraban la vida de los parientes fallecidos y de los niños que habían muerto en la infancia.

El festival prehispánico se conjugó con días de los Fieles Difuntos y Todos los Santos y en un proceso de sincretismo religioso poco a poco se fueron incluyendo elementos de la nueva religión -rosarios, crucifijos e imágenes sacras- con rituales y costumbres prehispánicos –arcos, papel picado, ofrendas de alimentos y bebida- dando un carácter netamente mexicano a la festividad.

El Día de Muertos ha sido reconocido por la UNESCO  como “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad”.