Pasión por la Patria: la tragedia de Clipperton

Laura Restrepo. La Isla de la Pasión. México: Alfaguara. 2005.

Ana García Bergua. Isla de bobos. México: Seix Barral. 2007

Un pasaje prácticamente desconocido u olvidado de nuestra historia es la llamada «tragedia de Clipperton» sucedida en las postrimerías del Porfiriato y los primeros años de la Revolución Mexicana. Pocos sabrían hoy en día sobre este remoto y abandonado farallón del que México perdió su jurisdicción en 1931, si no fuese por dos excelentes novelas que recrean la historia y dan una dimensión heroica a sus personajes.

Gracias a Laura Restrepo quien escribió La isla de la Pasión y a Ana García Bergua autora de Isla de Bobos podemos conocer los extremos a los que el patriotismo o la búsqueda de gloria llevaron a un pequeño grupo de mexicanos en la primera década del siglo XX. Ramón Arnaud y su pequeño regimiento de 11 soldados -acompañados por esposas e hijos-,  llegaron en 1905 a defender la soberanía nacional de un islote a casi 1,500 kms. al sureste del puerto de Acapulco.

Tras nueve años de penalidades, abandonados por las autoridades porfirianas y revolucionarias, expuestos a la furia de los huracanes, la hambruna y enfermedad y la muerte  del grueso de la guarnición y la violencia sádica, sólo sobrevivieron tres mujeres y siete niños.

Clipperton ha recibido muchos nombres desde que los navegantes se toparon con la isla en el siglo XVI. Se le conoce también como Farallón Banco, Médanos, Roca de Clipperton, Roca de la Pasión o Isla de la Pasión y fue objeto en 1978 de un documental filmado por Jacques Cousteau en sus exploraciones submarinas. Debe su nombre de Clipperton al pirata ingles del siglo XVIII que se refugió en ella para poder atacar a la Nao de China que con sus tesoros navegaba hacia la Nueva España.

Un espacio desolado, con una laguna salobre en su centro, es prácticamente inhabitable por carecer de tierras que permitan una siembra de autoconsumo. Se convirtió en un punto de conflicto gracias  a los pájaros bobos que ahí viven, pues su excremento utilizado como fertilizante para la agricultura, fue explotado por una compañía norteamericana que construyó ahí una planta exportadora.

En conflicto con Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña por su posesión, el gobierno de Porfirio Díaz envió como gobernador al capitán Arnaud para defender la soberanía del territorio, con el compromiso de enviar cada par de meses un barco desde Acapulco con alimentos, agua fresca, medicamentos y todos los implementos necesarios para facilitar la vida de los soldados y sus familias.

Con un idealismo a toda prueba, Arnaud y su muy joven esposa Alicia se abocaron a hacer habitable el islote, dar educación a los niños y procurar iniciar un proyecto agrícola que autoabasteciera a los habitantes.

Sin embargo, al estallar la revolución, nadie recordó a Clipperton y sus defensores. Tras múltiples vicisitudes y llevando el patriotismo a su expresión más radical, que fue rechazar la ayuda de un buque norteamericano en 1914, inició la tragedia en la isla.

Tragedia que no terminó cuando las mujeres sobrevivientes y sus niños llegaron a México, pues  además de enfrentar los graves problemas físicos del abandono y la violencia ejercida en su contra , el gobierno carrancista las consideró viudas de soldados del ejército federal enemigo de la Revolución por lo que  ninguna autoridad estuvo dispuesta a darles la pensión que merecían por la muerte de sus esposos. Mendigando de oficina en oficina, finalmente el gobierno de Obregón les otorgó una exigua ayuda monetaria.

Esta historia fue rescatada por la escritora colombiana Laura Restrepo, asilada en México en a finales de los año 1980, quien siguió la pista a través de la consulta de archivos en México y en Estados Unidos y las memorias de María Teresa Arnaud de Guzmán, entrevistas con familiares de los sobrevivientes y consulta de los diarios de la época.

Con una narración que cautiva al lector, reconstruye personajes y ambientes, contando la historia de amor de Ramón y Alicia, del alemán Gustavo Schultz  y Altagracia Quiroz,   la crianza libre de toda contención de los chiquillos que nacen en Clipperton así como la enloquecida violencia de Victoriano Álvarez.

Sus personajes son tan creíbles que podemos pensar que ésta es una biografía colectiva y no una novela. Para el abogado y literato Miguel González Avelar quien en septiembre de 2005 publicó en Letras Libres una crítica de esta obra, el texto es una “crónica novelada de una saga histórica que atormenta el nacionalismo mexicano”.

Por otro lado, la novela de Ana García Bergua, Isla de Bobos, aborda el tema desde otra perspectiva. Tratando de hacer más enigmática la identificación de los personajes y los lugares, con el recurso de nombrar con una inicial los sitios -¿homenaje a Kafka?-y con un estilo que parece una narrativa de finales del siglo XIX, escribe sobre los acontecimientos entrecruzando los tiempos y las historias –recuerda a Vargas Llosa con este entramado-. La voz del capitán Soulier cuenta la historia con un orden cronológico en tanto el personaje de Luisa, su esposa, va intercalando el testimonio de los años posteriores a las trágicas experiencias.

Para la literata Nora Guzmán, el libro reconstruye de manera realista la atmósfera del México en las postrimerías del Porfiriato, sus valores y la exaltación de los conceptos de honor y gloria. Los personajes, construidos detalladamente, manifiestan los deseos y contradicciones coherentes con la época en que se ubica la trama.

El título de su libro es muy atractivo pero también ambiguo, pues en primera instancia parece referirse a los pájaros que,  sin haber tenido contacto con los humanos, no le tienen miedo a los hombres que llegan a morar y a morir en su geografía y que pasan a convertirse de compañeros de juegos de los niños en el alimento que les permitirá conservar la vida, pero también puede aludir al extremo de idealismo al que llegaron estos abandonados soldados mexicanos en su afán por defender, como lo dice el himno nacional, que ningún extraño enemigo profanara con su planta la tierra de la Patria.

La autora también consultó archivos y notas periodísticas de la época, concentrándose más en la historia de las mujeres y los niños sobrevivientes en su peregrinar buscando una justicia que difícilmente las resarciría de todas las penalidades que enfrentaron.

El tema de la soberanía de Clipperton no ha sido totalmente desechado y no se limita a inspirar obras semificcionales. Reclamada por Francia y México, el gobierno porfirista solicitó el laudo de una entidad que les fuese neutral a ambos país, el Vaticano, que la delegó en el rey de Italia Humberto III quien en 1931 la adjudicó para Francia –vano el sacrificio de Artaud y sus hombres-. Miguel González Avelar en su libro Clipperton, isla mexicana publicado por el Fondo de Cultura Económica en 1992 analiza las consideraciones históricas y jurídicas del laudo para el país, puesto que con su pérdida, también México tuvo que renunciar a las millas náuticas que amplían el mar patrimonial mexicano.

La reseña sobre el texto de González Avelar se puede consultar en: Biblioteca Jurídica Virtual.Boletín Mexicano de Derecho Comparado.

<http://www.juridicas.unam.mx/publica/rev/boletin/cont/82/bib/bib25.htm&gt;

El documental de Manuel Arango «Clipperton: la Isla de la Pasión» con entrevistas a historiadores y juristas narra la controversia sobre el laudo así como la importancia del deshabitado atolón para México así como para Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial.