Mujeres grandes, las mujeronas estupendas

Unknown

 Patricia Kelly y Alicia Ibergüengoitia.

 México: Editorial Sincronía Encuentros. 2014

En el México prehispánico se reconocía la vejez como la etapa de vida que iniciaba a los 52 años. A los hombres que alcanzaban una edad avanzada se les llamaba, “huehuetain” reverenciado anciano y a las ancianas “llamatzin” reverenciada anciana. Sus familias tenían la obligación de ver por ellos y también tenían el derecho de recibir ayuda del estado mexica. A quienes llegaban a la ancianidad en pleno uso de sus facultades mentales se les consideraba dueños del fuego, transmisores de valores y conocimientos y las ancianas eran vistas como el factor fundamental para la cohesión familiar, siendo valoradas como símbolos del linaje. Todavía en las comunidades indígenas y mestizas tradicionales las mujeres viejas suelen tener prestigio y poder que les da la experiencia de vida.

La longevidad ha sido una aspiración desde tiempos remotos, pero a medida que transcurren los años y la vejez se acerca, pasa de ser un anhelo a ser concebida como un período de enfermedad, pérdida de capacidades, depresión y dependencia.

Muchas de las definiciones del envejecimiento destacan sus aspectos negativos, resaltando la vulnerabilidad, la propensión a las enfermedades, la progresiva marginación. En esas condiciones es, como la define la antropóloga Marcela Lagarde “un cautiverio… la pérdida constante de condiciones de vida”. Y en el caso de las mujeres, en peores condiciones. De acuerdo al CONAPRED “las adultas mayores son el grupo con mayor vulnerabilidad en el Distrito Federal (y en las otras urbes) ya que viven las principales causas de discriminación: situación económica, género y edad. Empatada además con apariencia física”.

Somos una sociedad que por primera vez se enfrenta a una larga expectativa de vida gracias a los avances médicos y a la nutrición. Por primera vez el reto social no es cómo educar, alimentar y dar empleo a la población joven, sino qué hacer, cómo tratar, atender y dar oportunidades que impliquen calidad de vida a la población envejecente. La vejez hoy implica no saber cómo comportarse como persona mayor mientras que la sociedad no sabe qué hacer con sus ancianos.

Patricia Kelly y Alicia Ibergüengoitia nos presentan un muy necesario texto sobre cómo, a pesar que vivimos en una sociedad y en una cultura obsesionadas con la juventud, la belleza y la talla de ropa, en la que se tiende a pensar que la visión del mundo de un adulto mayor no vale como la de un hombre joven, hay una vida plena, productiva y llena de intereses para las mujeres “ mayores” cuando ya se ha llegado a la  séptima, octava y novena décadas de vida. Es más, con nuevas oportunidades de aprendizaje, de convivencia y de felicidad aún y cuando nos imaginamos que una mujer, después de una “cierta edad”, estaría confinada a su casa, a la espera de la visita de sus hijos y nietos, pegada a la tele y sin ninguna ilusión para los años que le quedan por vivir.

Las autoras han puesto sobre la mesa este tema tabú que pocos han abordado: el viejismo y cómo llegar a esta etapa de la vida en buenas condiciones y cómo vivirla productivamente a, particularmente en el caso de la mujer, a través del ejemplo de 26 mujeres mexicanas sobresalientes. Y viejas.

 Este no es un libro que solamente trata sobre los retos de la vejez. Es también un libro sobre el ser mujer en México en los siglos XX-XXI, el ser pioneras, el ser compañeras/ esposas/madres además de profesionistas con todas las exigencias, obligaciones y tensiones que esto significa. Mujeres que abrieron brecha y rompieron paradigmas, que han trascendido por sus obras y, además, que no se han cruzado de brazos esperando a la Parca. Hemos estado acostumbrados a que los señores mayores sigan activos: gobiernan, dirigen, participan, engendran. Pero en el caso de las mujeres “mayores” el estereotipo establece que ya están, o deberían estar, retiradas de una vida activa. Ellos, se piensa, tienen experiencia, inteligencia y hasta un cierto atractivo. Ellas, pues ellas son viejas, invisibles y sin voz.

LOS TESTIMONIOS

Todas las mujeres entrevistadas han sido pioneras en sus profesiones, han abierto camino a las siguientes generaciones en ámbitos que hace cincuenta o sesenta años eran exclusivamente coto masculino. Además de protagonistas de cambios sociales y de mentalidad, han sido testigos presenciales de acontecimientos que transformaron a nuestro país, desde el feminismo y la exigencia por la reivindicación de iguales derechos y oportunidades para las mujeres, el movimiento estudiantil de 1968 y la represión , la lucha por la democracia y la ciudadanización de la vida política, la participación en profesiones que no se concebían como adecuadas para una mujer que sería esposa y madre. Leer el libro es conocer la historia de México desde sus miradas, abarcando muchos contextos, de viva voz y espontáneamente.

Además, las entrevistas son, como lo anota Sara Sefchovich en el prólogo “testimonios vivos de lo que hoy se puede ser y hacer como mujer, joven o vieja”.

Entre las entrevistadas tenemos a:

8 que se han dedicado a las artes,

4 cuya labor ha sido la escritura

3 Activistas sociales

1 terapeuta sexual

3 Políticas/economista

2 que han dedicado su vida a las ciencias además de dos doctoras

1 Empresaria

1 Filósofa

1 antropóloga

 Todas ellas han tenido un gran reconocimiento por sus trayectorias profesionales.

 LA METODOLOGÍA

La técnica de la entrevista es una de las herramientas de investigación que más exigen de quien lleva a cabo la indagación. De trasfondo hay un trabajo de investigación sobre el tema, como lo evidencia la extensa bibliografía, al cual las entrevistas aportarán testimonios, formulación precisa de las preguntas, selección de los mejores. Informantes.

Implica un conocimiento previo de las circunstancias del entrevistado y de su trayectoria, una definición clara del propósito de la entrevista, una elaboración concisa de las preguntas, al mismo tiempo que una disposición a que se recorran temas no previstos. Las preguntas fundamentales fueron sobre cómo viven estas mujeres, cómo enfrentaron el envejecimiento y quiénes son sus modelos de vejez, cuáles son sus sentimientos y cómo es la relación con sus familiares.

Definido el proyecto y el método, se tiene que encontrar y seleccionar a quién entrevistar. En este caso, de 34 solicitudes, 25 aceptaron participar con sus testimonios. La vigésimo sexta informante es la antropóloga Marcela Lagarde que en la parte final del libro, establece el marco conceptual sobre el tema. Todas son mujeres que han trascendido en sus profesiones y que no claudicaron ante la expectativa que con la vejez ya no les quedaba nada por hacer.

El entrevistador debe saber escuchar respetuosamente lo que el informante aporta, para saber aprovechar oportunidades de formular nuevas preguntas. Y también tener una empatía por el entrevistado, procurar mantener una objetividad aún con el lenguaje corporal para no guiar las respuestas o juzgar lo que se dice. Es decir, no es un trabajo improvisado que se hace en una hora.

Y después, saber transcribir fidedignamente las respuestas sin tergiversar o manipular el testimonio, destacar las respuestas medulares es nuevamente un proceso de elaboración y reflexión que implica un esfuerzo muy preciso.

Las autoras hacen una brillante demostración de su maestría con esta técnica en un libro que además es muy ameno.

Las entrevistadas proceden de diferentes ámbitos y condiciones socio-económicas, de la capital como de la provincia . Hasta el año en que se llevaron a cabo las entrevistas, 2012, todas seguían activas.

El libro es un reconocimiento al empeño y a la capacidad en las tercera y cuarta edades.

ALGUNAS LECCIONES DEL LIBRO:

 LOS RETOS DE LA VEJEZ

  1. Pérdida de condición física
  2. Enfermedades
  3. Cansancio y lentitud
  4. El pesimismo
  5. La discriminación
  6. La violencia
  7. Accidentes
  8. Dificultad para encontrar trabajo

LO QUE PREOCUPA

  1. No haber previsto la longevidad
  2. Las condiciones de salud
  3. No ser una carga para la familia
  4. No molestar
  5. No depender, convertirse en “hijos de los hijos”
  6. Perder la autonomía y la independencia
  7. No tener tiempo suficiente para alcanzar todas las metas
  8. Contar con los recursos económicos para afrontar la vejez
  9. Soledad
  10. Abandono

LO QUE SE GANA AL SER VIEJO

  1. Pérdida de temores
  2. Poder dar a los demás, tener “la oportunidad de dar algo de sí mismos” (p. 55)
  3. La vida se aligera y es la oportunidad para disfrutarla

 LO QUE DEBE HACERSE COMO POLÍTICA PÚBLICA

  1. Generar una estrategia para enfrentar el cambio demográfico y una política nacional del envejecimiento.
  2. Establecer políticas públicas adecuadas que ofrezcan apoyos y recursos
  3. Legislación que garantice mejor vida a los ancianos. “ Cuando te sientes más débil, impotente para muchas cosas” como declaró Rosario Ibarra en su entrevista.
  4. Cultura y previsión geriátrica y gerontológica que anticipen las necesidades de la creciente población de viejos
  5. Servicios de salud no sólo paliativos sino preventivos que permitan un bienestar general: condiciones física y psicológica que den autonomía al anciano, con redes de socialización, seguros y servicios médicos
  6. Asegurar una vida digna y que económicamente sea viable para los últimos años de vida.
  7. Espacios de recreación para las personas mayores

 MODELOS DE ENVEJECIMIENTO

  1. Se ven en el hogar. ¿Cómo afrontó y vivió el envejecimiento la mamá? ¿la abuela? ¿Siguieron activas? ¿Cuál fue su estado de ánimo? ¿Su compromiso con la familia? Los modelos familiares educan en la experiencia de vivir la vida.
  2. Encontrar ejemplos de ancianos productivos y activos, modelos a seguir.

CONSEJOS PARA LLEGAR A UNA BUENA VEJEZ

  1. Quererse a uno mismo.
  2. Preparase para la vejez como una responsabilidad personal. El entusiasmo y la actitud ante la vida se establecen en la juventud.
  3. Tener metas y objetivos que alcanzar en las diferentes etapas de la vida. Establecer retos para cumplirlos y tener diversos intereses que entusiasmen. Querer seguir aprendiendo, es decir, nutrir al cerebro.
  4. No retirarse de la vida activa/productiva.
  5. Ánimo y espíritu de lucha: Querer seguir adelante
  6. Ejercicio
  7. Participar en la vida familiar/mantener las redes sociales/compañer@s
  8. Estado de ánimo positivo. ¿Querer ser comportate como «viejit@»?
  9. Adaptarse a los tiempos
  10. Prudencia
  11. Mantener rutina y disciplina, la vida normal

Las autoras concluyen estableciendo lo que se tiene que hacer: “Tenemos que trabajar en una cultura de aceptación de la vejez en general y de las mujeres en particular. Es necesario trabajar en políticas públicas pero también en proyectos personales de vida. En voz una de las entrevistadas, Anilú Elías Paullada: Hay que aceptar “esta nueva vida” sin darse de baja ni por vencido. Uno mismo puede ser el reto más grande: “Estoy tan acostumbrada a pelearme con esa otra, que es una huevona… porque esa otra no querría hacer nada, eso me ha ayudado a decir: “Tú, cállate, y ya sé que no vas a querer, o ya se que tú vas a deprimirte, pero yo no; ya se que tú te vas a enojar, pero yo no”. No compré los argumentos de esa otra, todo el mundo me decía: “Pero es que algún día te vas a quebrar durísimo”, y pues mira, lo estoy esperando”.