Naranja dulce, dulce de naranja

Naranja dulce,
 limón partido


dame un abrazo
 que yo te pido


si fueran falsos mis juramentos


en otros tiempos se olvidaran.



La historia cuenta que en Europa durante el siglo XIX los niños pobres soñaban todo el año con recibir como regalo de Navidad una naranja. Muchos de ellos ni siquiera sabían a qué sabía, o si teniéndola en sus manos se atreverían a comer esa fruta dorada, casi mágica.

Aún antes, el rey inglés Guillermo de Orange fue tan impopular en Irlanda por sus leyes anti-católicas, que sus habitantes decidieron no sembrar ningún árbol de naranjas, puesto que orange es el término anglosajón para esta fruta.

En Francia, a los prisioneros de la temida cárcel de La Santé (La Salud) se les daban naranjas para mantenerlos sanos. Anteriormente la prisión había sido un hospital.  Sin un gran conocimiento científico, los carceleros supieron que una fruta al día era benéfica para la salud y hoy sabemos que la naranja tiene un alto contenido de vitamina C y sales minerales: una al día satisface las necesidades diarias del organismo de estos componentes.

También de acuerdo a algunas tradiciones, la naranja y no la manzana fue el fruto prohibido a Adán y Eva en el Jardín del Edén.

Este cítrico llegó, procedente de la India, a China alrededor del año 2,200 aC. Envuelto en una mascada de seda al fondo de un cesto, fue uno de los tributos que recibió el emperador Tayún, en la primera mención literaria de esta fruta como lo registra el manuscrito denominado Yu Kung.

En los banquetes de los patricios romanos en el siglo II dC . empezaron a aparecer las naranjas, importadas del Cercano Oriente, como la fe de los primeros cristianos. Es en esta época cuando se inició su cultivo en el norte de África, en donde el aire se llenó del aroma del azahar. El sistema hidráulico de Tunez para irrigar los cultivos de naranjo sigue operando después de 2,000 años.

Del norte de  África el gusto por la naranja llegó a España en el siglo VIII. Los jardines con naranjos se popularizaron en Europa desde el siglo XVI. Y en el Nuevo Mundo los primeros cultivos se dieron en Haití de donde se extendieron por el continente americano, estableciéndose la primera plantación de naranjas en la Florida. Para principios del siglo XVIII ya se cultivaba en la Alta California, en la Nueva España así como en Bahia en Brasil.

Hoy en día, gracias al mercado global, se pueden conseguir estas frutas todo el año. ¿Qué sería nuestro desayuno diario sin un rico y fragante jugo naranja?

Fuente:  Maguelonne Toussaint-Samat. History of Food. New York: Barnes & Noble. 1992.

Naranjas confitadas.

5 Narajas valencianas rebanadas en rodajas, sin las semillas (éstas se ponen en una bolsita hecha con manta de cielo y amarrada con hilo).

Agua suficiente para cubrir las naranjas

Azúcar en cantidad igual al agua que se utilizará en el tercer hervor.

Poner en agua hirviendo las naranjas rebanadas para quitarles lo amargo. Dejar en ebullición unos minutos, colar y en agua hirviente repetir una vez más el procedimiento.

Poner nuevamente a hervir el agua, ahora con la misma cantidad de azúcar (1 taza de agua x 1 taza de azúcar; 2 tazas de agua x 2 tazas de azúcar, etc). Al llegar al punto de ebullición poner con cuidado las rebanadas de naranja y la bolsita con las semillas. Dejar consumir el agua a la mitad, apagar y dejar las rebanadas de la fruta, dentro de la olla, reposando por 24 horas.

Volver a poner la olla al fuego y dejar que el líquido casi se consuma. No se deben remover las naranjas. Dejar enfriar dentro del líquido y luego sacar tratando de no dañar la pulpa y colocar en un frasco con el poco líquido que quede y refrigerar.

 Si se quieren cubrir con chocolate, colocar sobre una rejilla a que se escurran por varias horas. Cuando ya estén casi secas, derritir a baño maría chocolate semiamargo y con cuidado sumergir la mitad de la naranja. Colocar en una charola cubierta con papel encerado y refrigerar a que el chocolate se endurezca.