Historia ¿para qué?

La mayoría de nosotros, y en particular los estudiantes, consideramos a la historia como una materia escolar que únicamente llena el espacio curricular y que se limita a exigir el aprendizaje memorístico de nombres y fechas que tienen que repetirse en un examen para aprobar un curso. Todos nos acordamos de clases en las que tuvimos que repetir cuándo nació un prócer de la patria, cuándo murió, en qué batalla defendió a la nación o bien, cuándo gobernó, qué rebelión encabezó o cuál sofocó o qué plan promulgó, como si este tipo de datos nos permitieran explicar porqué fue importante este héroe y en qué radica su trascendencia. No faltan anécdotas sobre preguntas de examen que pedían el nombre del barco en el que Porfirio Díaz se exilió a Francia en vez de plantear las razones por las que éste abandonó el país en 1911.

No debe sorprendernos, entonces, que el estudio de la historia sea considerado aburrido, sin utilidad alguna y, para muchos, un conocimiento vació de contenidos al cual no se le encuentra ningún sentido pero que exige mucho esfuerzo.

Herodoto El aprendizaje mnemotécnico está totalmente alejando de la naturaleza misma de esta disciplina. Herodoto de  Halicarnaso, considerado como padre de la historia y quien vivió en Grecia en el siglo V aC., pretendió registrar los  hechos públicos de los hombres, sus maravillosas hazañas y las causas de las guerras que enfrentaron a los griegos  y a los bárbaros para que su memoria perdurara y que las vidas de esos hombres y esos pueblos no se desvaneciera  del recuerdo de las siguientes generaciones.En su obra intitulada Los nueve libros de la historia anotó los grandes  sucesos de Grecia y del imperio persa y la decadencia del Egipto faraónico, narrando los hechos interesantes que llamaron su atención sobre los pueblos del Mediterráneo oriental.

Por supuesto que registró tanto acontecimientos como mitos y leyendas, sin un método riguroso para comprobar la veracidad de la información. Sin embargo, su indagación fue uno de los primeros intentos sistemáticos de registrar sucesos históricos. Desde entonces, la historia es considerada como la rama del conocimiento que permite explicar las razones de los hechos y que explica de manera lógica y fundamentada las condiciones del presente.

Así como el médico registra nuestra historia clínica, en la que se anota nuestro estado general de salud, las enfermedades que hemos tenido con el paso de los años y los tratamientos que hemos recibido, resaltando qué nos enferma y qué nos da bienestar, el estudio de la historia nos permite analizar las circunstancias que provocaron un determinado hecho y que generaron ciertas condiciones políticas, económicas, sociales, culturales, etc. Bien lo dijeron los antiguos romanos, “somos lo que somos porque fuimos lo que fuimos” pues sin conocer la historia, es decir lo que nos ha pasado en el transcurso del tiempo, no se entiende lo que nos está sucediendo ahora.

Por lo tanto, la historia es la ciencia que se ocupa de los hombres en sociedad, sus luchas y sus logros pero también su vida cotidiana, sus costumbres, su manera de pensar, las artes que produce y las creencias que tiene. La historia se hace con todo lo que siendo del hombre, depende del hombre, le sirve, lo expresa y le da significado a su existencia y a su forma de ser. Su finalidad es darle coherencia y comprensión del mundo en el que vive haciendo inteligible el presente al explicar el pasado y permitir una reflexión sobre a dónde se dirigirá en el futuro.

El estudio de la historia requiere del apoyo de una infinidad de saberes para poder comprender cabalmente cómo y por qué se dieron los eventos. Fundamentales son la geografía, que ubica al hecho en un espacio determinado, y la cronología, que establece sus tiempos. Éstas son las coordenadas fundamentales del estudio histórico, pero, puesto que se estudia al hombre y todas sus manifestaciones, el conocimiento de otras ciencias permite realizar un análisis y una interpretación más precisas. Por mencionar unas cuantas, consideremos las aportaciones que la sociología, la antropología, la economía, la medicina, la geología, la paleontología, la psicología, la jurisprudencia, la lingüística, la arquitectura,  hacen al estudio de la historia.

Tal vez, si enfatizáramos más en el análisis de los acontecimientos y no sólo en la memorización de datos descontextualizados y si valoráramos más la explicación del presente partiendo de las causas que lo provocan y no sólo la recitación de fechas y nombres, el estudio de la historia dejaría de ser una materia de «relleno» y se concebiría como un saber fundamental, como la maestra de vida que es.

Bien lo dijo Miguel de Cervantes Saavedra en boca de Don Quijote, “la historia es  émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y  aviso de  lo presente, advertencia de lo por venir”.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s